Jade May Hoey

1974-2004

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3.1.08

Chupingo

Por poco lo olvido. En casa de mis padres hay dos perros. Uno blanco, viejo, demasiado fiel para con mi madre y mi hermano. Otro rubiecito, Chupingo. Este es simpático, entrador. Seguramente se lo regalaron alguna vez a mi hermana y ella no tuvo otra que aceptarlo. Es un perro deforme. Durante mi última estadía, Nico, mi hermano, me preguntó si yo sabía cuántos dedos tiene la pata de un perro. Yo sé pocas cosas, pero tengo ingenio para averiguar las que no sé. Para eso estaba el blanco. La respuesta es cuatro, cuatro dedos (por ponerles un nombre) en cada manita. No es el caso de Chupingo. El lleva tres dedos en la derecha y dos en la izquierda.

Pero no me perdono el olvido. Me acuerdo bien del invierno en que lo trajeron. Era una bola de pelos correteando por el patio. Una bola que a menudo quería sentarse, imitando lo que hacían los otros perros de la casa, y no podía. Se iba para atrás como un peso muerto, pero no se demoraba en la caída y se ponía bien. Le vi muchos intentos fallidos. Cada vez me reí con más ganas de nuestro perro sin culo.

Era el legítimo sucesor de otro, el rengo, que sólo andaba en tres patas. Cuando cachorro, su dueño anterior lo había atropellado, dejándole inútil para siempre una de sus patas traseras. No le hizo mella, faltaba más. Era un guardián de ladrido estridente, que corría como un triciclo invertido: la pata trunca, recogida, y la diestra como eje.

El blanquito sobrevivió a la vez en que lo atropellaron. Fue en una de las calles paralelas a la ruta, donde la gente anda entre los pozos a todo lo que da. Fue un golpe seco, quedó dando vueltas. Se levantó, anduvo pelotudo un rato y Nico, su amo, vio como se mandaba a mudar por vecindarios ajenos.

Cuando Nico dio la noticia en casa, todos se alborotaron. Todos menos yo, que estaba de visita y no podía entender que la pérdida de un perro sea capaz de quitarme la primera plana del diario de la familia.

Volvió solo. Los perros no se olvidan de las manos que le dan de comer.

Lo mismo, Chupingo me cae más simpático. Aprendió a sentarse. Supongo que yo, un día que viene llegando, también sabré cómo sobreponerme a una debilidad de ese calibre.

Comments on "Chupingo"

 

Blogger Plaza Aydesa said ... (3/1/08 17:19) : 

Extrañaba este prototipo de Fander che.
Pobres peyos!

 

Blogger m a said ... (8/1/08 10:59) : 

para que nico no ande engañado por la vida, dígale que la mayoría de los perros tienen cinco dedos en las patas delanteras y cuatro en las traseras, unos pocos tienen cinco en las traseras y a ese quinto dedo se le llama espolón.

 

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