Jade May Hoey

1974-2004

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19.7.07

Qué lo parió

Hace un rato nomás falleció el Negro Fontanarrosa.
No me gustan los epitafios, esas palmadas que nos damos a destiempo, cuando ya es tarde para todo. Si tuviera algo de paciencia, buscaría una nota que empecé a escribir para kaputt y nunca terminé. En esos días se anunciaba que la enfermedad le había ganado el brazo derecho, que ya no podría dibujar más. El carácter deformativo de la enfermedad no daba permiso para mayores esperanzas, pero él mismo, por lo que dicen los que estuvieron cerca, hizo de este período una sobrevida y no una agonía. Ayer le cambió el guión al chiste que hoy publicó Clarín, ayer comió un asado con sus amigos.
Entonces, más o menos de memoria, anoto lo que empecé a escribir hace unos meses, ahora que estoy precisando esa palmada, aunque sea a destiempo.
Verídica o no, la leyenda cuenta que a principios del siglo pasado, creo que en 1909, Rosario Central y Newell´s Old Boys iban a apurar un partido a beneficio de los enfermos de lepra. Central, con razón o sin razón, no se presentó a jugar. La sociedad bienpensante condenó esa actitud y, sin saberlo, desde allí y para siempre, dividió a Rosario en dos bandos: leprosos y canallas.
Cualquier cosa que yo pueda decir respecto de ese antagonismo es trivial, pero me permito un recuerdo. Hace algunos años, con la excusa de visitar a cierta señorita a la que había conocido por chat, viajé a Rosario. Quedé impresionado por muchas cosas, pero atesoro en un rincón del corazón el momento en que mi amiga me presentó a su abuela. Yo esperaba que me hiciera cualquier comentario, que me preguntara sobre mis medios de vida o mis intenciones para con la piba, pero no. La viejita, incluso antes de saber mi nombre, en un tono algo amenazante me interrogó: ¿no serás leproso vos? Yo estaba enamorado. Un poco de la piba, un poco de Central, de verlo por la tele, con las tribunas del Gigante de Arroyito atronando su grito de guerra: soy canalla.
La palabra canalla, para orgullo de la parcialidad centralista, tiene en Argentina una única acepción: hincha de Central. Después uno puede ser más o menos hijo de puta, pero canalla, lo que se dice canalla, sólo lo será en la medida de esa simpatía y de ninguna otra cosa.
El primer título canalla en los campeonatos grandes data del 71. Por aquello de honrar a la leyenda antes mencionada, Central recuerda más el triunfo sobre su tradicional rival en las semifinal jugada en cancha de River que el campeonato mismo. Tal dimensión cobra el mito que cada 19 de diciembre, el goleador de aquella tarde, Aldo Pedro Poy, reproduce, con creciente dificultad, la palomita que valió la victoria.
El Negro escribió, a propósito de esa victoria, un cuento que es un panfleto, una declaración de principios del hincha de fútbol. Se llama, previsiblemente, 19 de diciembre de 1971, y cuenta, desde las palabras autoindulgentes de un hincha de Central, cuánto es que vale un triunfo de ese tamaño, cuánto la vida misma.
Los canallas, antes del partido, tenían miedo de perder. No era joda: se trataba de un partido de ribetes únicos. Ni falta hace que insista con ello: ya ven, a casi cuarenta años del pitazo final seguimos hablando del mismo asunto. Jugados como se sentían, recurren a una cábala infalible: llevar a la cancha a un viejito que nunca había visto perder a Central. Lo llevan incluso contra su voluntad y la de su familia, concretando lo que en la jerga judicial se conoce como privación ilegítima de la libertad. Se ganó el partido. El viejo, durante los festejos, cae fulminado por la muerte. El hincha narrador, el tipo que todavía trata de justificar el sacrificio, yo creo que el Negro mismo, remata diciendo “porque si pudiera elegir la manera de morirme, yo elijo esa”.
¿Esa? Sí, esa, de un saque, en medio de la euforia que desatan las pasiones mundanas.
Yo le creo al Negro.

Comments on "Qué lo parió"

 

Anonymous Anónimo said ... (20/7/07 11:44) : 

Tuve un tio que murio de la misma enfermedad que condeno a Fontanarrosa.

Hay un libro muy bueno y muy duro que relata los ultimos meses de un viejito que lucho hasta ultimo momento con una sonrisa. Se llama "Martes con mi viejo profesor" de Mitch Albom. Te lo recomiendo.

 

Blogger kurubeta said ... (21/7/07 19:42) : 

la anecdota se puede mejorar: Que el viejito cabalero sobreviva a un atake (colectico) del corazón de la hinchada canalla en pleno por la estupida euforia de salir campeón, el nirvana y el campeonato al mismo tiempo, ni Buda lo hubiera imaginado!!! Claro, al viejito lo aureola un halode yeta el restod e su dilata existencia...Lo kieren matan, ya no lo invirtan la caNCHA...ETC.

 

Anonymous Anónimo said ... (22/7/07 06:46) : 

lloré mucho con la muerte de fontanarrosa. como si se hubiera muerto un tío mío.
vos entendés de esas cosas, jorge, no hay más para explicar.

 

Blogger peregrina said ... (22/7/07 10:41) : 

Excelente. Tengo sólo una preocupación: era un gran dibujate/historietista, pero el común de la gente lo recordará sólo por Inodoro o Boogie? por el Congreso de la Lengua?
Sabrán que fue uno de los mejores contadores de historia que hemos tenido?
No sé... que me lo investigue Best Seller mientras releo Hortensia

 

Blogger Elena said ... (24/7/07 19:46) : 

Uno habla y habla, y la ausencia sigue ahí. Y esta es grandota como el Negro.
Que lo parió.

 

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