Jade May Hoey

1974-2004

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23.4.07

Notas sobre mamá

El texto que sigue es viejo. Empecé a trabajarlo urgido por llegar a alguna parte si es que otro no llegaba. El caso es que el otro llegó y yo me quedé con esto, sin saber a quién dárselo. Sólo por ser fiel a la costumbre de todos estos años, lo mando como estaba, sin corregir, a ver qué tal.
***
alguna vez [yo era muy chica, me gustaba la magia, pulía sueños titánicos y jugaba siempre con los mismos chiches] me planté frente a mi madre [una gran mujer, una de esas capaces de decir, así nomás, como quien no quiere la cosa, agarrada a perpetuidad a un escobillón, "yo no sé cómo hay mujeres que se aburren en su casa"] y le dije yo quiero ser artista [yo pensaba, quiero decir en realidad me imaginaba, que artistas eran esas mujeres que contoneaban su figura envueltas en ropa con brillantina a la que la gente aplaudía a rabiar] y mamá [que no pensaba, quiero decir en realidad no se imaginaba, algo muy distinto que yo, no en vano era mi madre] me echaba encima una de esas miradas que mezclaban rabia y ternura [mixtura difícil si las hay, pero ella misma me había inculcado que no había imposibles y en su decir y en haceres como éste, allí estaba la magia, la que a mí me enamoraba] amagaba darme un chirlo [que nunca me dio y cada tanto se lo reclamé, y cada tanto se lo agradecí] pero invariablemente llegaba a mi cara con la palma suave [los dedos gordos, ajados de tiempo y lavandina, las uñas crecidas, con algún resto de esmalte, porque de vez en cuando mamá era coqueta] y no con el revés amenazante [muchas veces me pregunté por qué el revés, por qué la amenaza abortada] con un silencio que no pedía a gritos que lo rompan [a cierta gente se le dan bien los silencios, a gente como mi madre], para decirme, por fin, que algún día hablaríamos de eso [y yo sabía, e incluso hoy nadie me convence de otra cosa, que los algún día son mucho peores que los hoy, mucho más crueles que los mañana, por la sencilla razón de que en su incerteza no son, jamás llegan a ser]
otra vez [yo todavía era chica para algunas cosas, un poco menos que ahora, pero no podría decir con precisión para cuántas menos cosas era chica] le pregunté a mamá [papá siempre fue un ogro, papá siempre prefirió a mi hermano] si podía casarme con Albertito [que era, que sigue siendo, mi hermano y uno de mis mejores amigos] y ella con los ojos grandes [de un negro intenso sobre el blanco cruzado de ríos colorados de cansancio] me preguntaba [antes de que me preguntase algo yo siempre me encogía de hombros] de dónde había sacado eso [por lo visto una ocurrencia malévola por la cual merecería el peor de los castigos] y yo, acaso entre lágrimas [cada vez que he hablado llorando no he dicho otra cosa que la verdad], y no sin algún rodeo [sabía que estaba a las puertas de decir algo que a mamá no iba a gustarle], agachando la mirada, le decía que nos dábamos besos [besos en la boca] como en la televisión [como Jorge Martínez con la cieguita, Grecia Colmenares] y ella con esa paciencia de madre [que yo que no he sido todavía madre no encuentro ofrecida en los avisos clasificados del diario] me decía que no [que no, hijita, cómo se te ocurre], que los hermanos no pueden casarse [y si no podíamos casarnos, no ahora, que éramos sólo un par de niños, más él que yo, no podíamos darnos besos en la boca, con lo sabrosos que eran], vas a tener que buscar fuera de la familia, [¿darme besos en la boca con un extraño? ¡qué barbaridad es esa!], hija querida [y entrecerraba los ojos, como queriendo decirme que eso no lo era todo, pero que algún día, otro, me lo diría].
Y llegó el día [hoy me río a carcajadas cuando lo recuerdo], la mancha roja [qué espanto esa vez, qué espanto siempre] y de nuevo la pregunta [y esperaba esta vez no hubiera dilaciones], y de nuevo la respuesta [mamá estaba muy ocupada, creo que le cosía el ruedo al saco de un viajante de comercio] ah, estás con el asunto [la voz medio apurada, la vista puesta en el saco gris], eso te va a venir todos los meses [como la boleta de la luz, el gas, los impuestos] menos cuando estés con un chico [pero si yo estoy siempre con chicos, en la escuela, en el recreo sobre todo, me estaba enfureciendo], no te aflijas, corazón [qué linda mi mamá cuando me decía corazón, que linda cualquier mamá cuando le dice corazón a su hijo, a su hija], estás creciendo [yo no me daba cuenta, me miraba en el espejo y estaba igualita que ayer].
pobrecita mamá que se fue sonriente [aunque le hayan quedado cosas por hacer, algún ruedo rebelde, no todo el polvillo se deja levantar por el escobillón] con su cara de viejita buena [nunca me dio un chirlo y hoy a gritos se lo estoy pidiendo], pobre pero coqueta [le pintamos las uñas con paciencia], hermosa en sus silencios [hermosa aún en éste, el perpetuo] de mujer sabia [que es decir dueña de las magias]

Comments on "Notas sobre mamá"

 

Anonymous Anónimo said ... (24/4/07 01:38) : 

Increíble, conmovible, me encanto! Sin palabras te diría. Que buena descripción de esa dinámica, que no es menos que mágica, entre madre e hija. Yo tengo uno de esos espécimenes, mágicos en su sabiduría y en su brutalidad, en sus errores y sus aciertos... Fascinante. Casi se me escapo una lágrima... Yo no tendría esas palabras para describir algo que es tan especial, y a la vez, tan complicado.

 

Blogger Tino Hargén said ... (24/4/07 19:09) : 

Muy buen texto Jorge, lo importante en la vida casi siempre está escrito en borrador o aclarado entre parentesis

 

Anonymous Anónimo said ... (24/4/07 22:10) : 

¿seremos esas? la niña, digo, y a la vez la madre. Como matrioschkas: siempre con un chico dentro.

 

Anonymous Anónimo said ... (25/4/07 14:37) : 

Ah, chi lo sa, Bridget.

Hola!

 

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