Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

16.4.07

Destino

Estamos cortando la calle. Esto es Sarmiento y Gales. Un choque. Cambio.
Leo sin pasión un libro, La nueva dirección de proyectos, de un tal J. Davidson Frame. Hay que llamarse J, sí, pero ¿qué me dicen de llamarse Frame? Ha querido el destino que tenga el difuso recuerdo de haber leído otro libro de este autor. Por supuesto: La dirección de proyectos. Nada nuevo bajo el sol. Digamos, por ponerlo simple, que para un iniciado, como creo ser, el libro es apenas rudimentario, pero un transeúnte cualquiera no pescaría una sola palabra. Esas cosas tiene el management.
Una moto roja está apretada entre dos autos, un taxi y un particular. Una de las ruedas ha quedado casi debajo de uno de los coches.
Alguien pregunta cómo han de estar las pizzas que llevaba el pibe del delivery. Hay dos que hoy se quedan de comer. A esta hora deben estar llamando a la rotisería para quejarse de que su pedido no termina de llegar. La rotisería tiene una coartada. No siempre los pibes del delivery chocan y eso es un verdadero milagro.
Sus libros son todos iguales. Tienen bastante de autoayuda, resúmenes, cuadros, variopintos ejemplos de empresas yanquis que tomaron de la pócima y de la noche a la mañana se convirtieron en exitosos modelos dignos de emularse. Nadie escribe sobre los fracasos. Será que ese es el ancho campo de la literatura.
Quiso hacer un fino, dice otro. Alguien quiso hacer un fino, el taxi, la moto o el otro coche. En pocas palabras, la clave es administrar recursos ajenos, tratar de satisfacer al cliente, que nunca sabe muy bien lo que quiere, hacerlo rápido, barato y bonito y, si fuera eso posible, no morir en el intento. Vamos, la vida misma.
La policía le toma declaración a alguien. Me late que, como siempre, el cana está anotando cualquier cosa. Pasa un móvil de los bomberos. Es de otra jurisdicción. Se suma a los curiosos.
La receta cabe en un puñado de frases. Se trata de formarse un criterio económico. Hay poco de todo y con ese poco hay que lograrlo todo. Hay que valerse de dotes políticas. No vale la pena enojarse con el que es más fuerte que uno. Hay que ser dialoguista, tolerante, delinear y realizar pruebas periódicas de cumplimiento de objetivos. Hay que hacer bandera con las conquistas y se deben corregir los desvíos apenas son descubiertos.
Es una moto, dice un viejo. El chasis pelado, vos sos el paragolpes. Mirá dónde quedó el casco, dice, mientras señala la prolija posición de éste sobre el capó de uno de los autos. De la nada aparece el pibe. Sabemos que es él, se está mirando una pierna. Tiene la pierna y puede verla. Eso ya es noticia.
Pienso en los otros, los recursos ajenos, que es como los llama Davidson Frame y me atrae, por decir algo, una señora de perfecta nariz, que empuja un carrito de bebé y un chango con los mandados y no por eso le quita los ojos de encima a una niña, tal vez de cinco años, la misma nariz, sólo que rubia en vez de castaña, y me doy cuenta de lo efímero que todo puede ser, incluso un prejuicio. Decir por ejemplo me gustan las flacas o las coloradas o las odontólogas, y a la vuelta nomás, sin echar mano a ese ideario (prejuiciario), caer redondo ante una cualquiera, por más que tenga sus buenos kilos de más, el cabello castaño desarreglado y ojos de maestra jardinera.
Duro el pavimento, le digo. Duro y rugoso, me aclara él, estirás la mano en la caída y te raspás todo. Yo, la mar de tremendo, le doy mi pálpito: ser motociclista es jugar a la ruleta rusa con las gambas. Es un arma, admite el viejo. Claro, habría que ponerles un bozal, como a los perros. Que en vez de meter ruido hacen caca, le digo, a la par que pego media vuelta y sigo con mis cavilaciones.

Comments on "Destino"

 

post a comment