Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

25.3.07

Dandy

Negocios son negocios. Eso creía yo. Eso me parecía creer. Pero creer, como tantas otras cosas, es una abstracción. Uno no cree, en verdad no cree nada. Le parece que cree. Quiere creer que cree. Se convence de que cree. Cree que cree.
Bueno, si no fue un negocio hay que buscarle otra categoría. Fue un acto de amor. De ella a mí, claro, un desprendimiento, una atención que yo no había solicitado. Y un acto de amor de mí hacia ella al aceptarla, al tomar de entre sus manos eso que yo no había pedido.
¿La querés?, me preguntó, poniendo distancia, como con miedo, miedo no sé de qué, si yo no sé pegarle a las mujeres. Miedo de que la rechace, supongo. A su regalo, quiero decir. A ella, que es casi lo mismo. Pero no, no rechacé el regalo, la regalo en realidad pues se trataba de una camisa.
Se trata de una camisa. Una camisa difícil. Nunca me había pasado y si me pasó antes alguna vez, de esa vez nada es lo que me acuerdo, pero nunca me había costado tanto ponerme una camisa. Me la regaló ella, pienso, lo hice a cambio de un favor. Quería la partida de nacimiento, una copia nueva, para tramitar el pasaporte, porque en rigor de verdad no caben en mí las ganas de mandarme a mudar. No tengo con qué, es cierto, pero tampoco tenía pasaporte y no quería que eso funcionase como excusa. Eso lo logré.
Y la camisa.
Suelo ponérmela los sábados, para salir. Frecuento lugares oscuros, donde las luces rompen los ojos y el volumen de la música no deja que la gente converse con tranquilidad. O sea que nadie distingue a mi camisa, no entre las demás, y si la distingue, si hubiera un ojo de gato en medio de la noche, no puede decírmelo, y si me lo dice no lo escucho, y si lo escucho puedo decirle que no entiendo de qué me habla, que mejor me llame, que en la semana nos vemos, que cualquier cosita un email.
Mi mejor amigo, que suele acompañarme en esas salidas, me toma para el churrete. Un rato antes de que nos encontremos, cuando lo llamo o me llama y acordamos la salida para esa noche, me pregunta: ¿hoy te venís con la baliza? Y yo respondo sí, o no, o me hago el ofendido, o trato de otro modo de descalificarlo, que es lo que hace un argentino derecho y peronista cuando se queda sin argumentos.
Sí, voy con la baliza. Es decir con mi camisa naranja. La naranja es una fruta, me dice alguien. Es cierto. Nadie se viste con frutas. Aunque, aquí, entre nosotros, se me ocurren algunas ideas al respecto y tengo en mente un par de nombres y frutas con los que me gustaría experimentar. Nadie se alarme. No pienso contar un solo detalle de mis fantasías frutales.
No es naranja, digo yo, es color ladrillo. El ladrillo tampoco es un color. Eso de bautizar a los colores con nombres que ya están asignados a cosas que uno ve a diario, chicas, no está nada bien. Nadie se viste con ladrillos, salvo que se entienda por tal eso que hace Sandro. Yo no me visto con ladrillos. No podría pagarlos. Yo me visto con mi camisa.
Es terracota, me dice alguien. ¿Sí?, me hago el desentendido.
Es un acto de amor. Haberla aceptado. Usarla. Llevarla con dignidad. Con altura. Como si fuera un dandy.

Comments on "Dandy"

 

post a comment