Jade May Hoey

1974-2004

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1.1.07

Felices aquí

Ya es primero de año, quién diría. En el cielo no hay ni un solo pájaro. El viento es impiadoso con los postigos. Hace tanto calor que apenas dan ganas de salir de la cama. El pan dulce que compré resultó un fiasco. Me quedé sin cerveza. Las doce campanadas, si las hubo en realidad, me encontraron durmiendo, acopiando las energías que este año me permitirán dar vuelta la taba.

Este año no vi casi películas. Tal es mi desprecio por el cine que sólo me aparté de mi rutina para ver dos películas. Lucía y el sexo, que no entendí bien de qué iba, pero caramba, qué puede decir uno de la belleza de Paz Vega. Y hace unos pocos días vi El gabinete del doctor Caligari. Tremenda. Como para que yo vuelva a plantearme las razones que oportunamente he tenido para repudiar al séptimo arte.

Muchos libros. Muchísimos y muy buenos, aunque todavía no alcance a formarme una rutina de lecturas que me satisfaga. Este fue el año en que me di a El pozo, Cuando ya no importe y El astillero de Onetti. Perdón por la formulación borgesiana, pero qué distintos seríamos si El astillero ocupase el lugar que tomó para sí la Rayuela de Cortázar. Yo he de amar una piedra de António Lobo Antunes, sin dudas lo mejor de la producción reciente en todo el globo. La conjura de los necios, que es tan extraordinaria que no puedo ni quiero terminarla. Me faltarán unas 50 páginas. Ignatius está ya contra las cuerdas. Y me dan ganas de suspender la acción allí mismo. Sólo tres capítulos Ulises, en la traducción de Salas Subirat, que es un auténtico ladrillo, pero cuando se deja leer es maravilloso. Spinosa según Deleuze, los relatos de Dylan Thomas, y yo qué sé cuántas cosas más.

Pero, y sobre todas las cosas, ahora porto el convencimento de que sólo es literatura la combustión que se produce cuando se encuentran un texto y su lector. Y es maravilloso que pueda decirlo hoy, dos días después de que kaputt fuese citado por el sumplemento cultural de clarín. Porque es linda la mención pero eso no cambia nada de lo que está escrito. A lo sumo abrirá la puerta a algún lector que no supo jamás de nuestro sitio. Sólo un editor de suplemento puede pensar que ser nombrado legitima. Falso de falsedad absoluta. Y tampoco es cierto lo que cuentan mis amigos de Puan: no todo es literario; pero nadie puede trazar el meridiano. Sólo una vez pude saber qué es lo que siente el otro en ese momento y fue algo parecido a un abismo.

Lo que quizá dicho de otro modo reverdece una vieja intuición: cualquiera sea el medio, en la medida que tenga lugar ese estímulo, y por la causa que fuese, no hay otra que repetir aquello que vi en la tapa de un libro que no leí: seamos felices mientras estemos aquí.

Un buen año para todos. ¡Salud! o, incluso mejor, como decimos aquí en Formosa, ¡salud y vino fresco!

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