Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

21.1.07

Aprendí

Quemar libros es, se sabe, un acto de barbarie. Incluso peor que matar a un ser vivo.
Sin embargo, hay algo en la quema de libros que me parece fascinante: ¿cómo es que puede quemarse el papel prieto de un volumen, de muchos volúmenes?
Yo lo supe a temprana edad. No recuerdo cuándo sucedió, pero por razones de espacio o desidia o alguna otra que ahora se me escapa, me dispuse a quemar un año entero de labores. Nadie se alarme: eran mis carpetas de la escuela. Había allí algunas calificaciones lamentables, como cuando no pude dibujar un pentágono por falta de compás. Acaso quise olvidar el mal trago que me arrancó del podio de los mejores de mi clase.
Lo malo, es decir lo peor en todo esto, es que habían unas cartas nunca enviadas a la chica que por ese entonces me gustaba. El fuego abrasador no dio cuenta de ellas sino el viento que llevó esas hojas a otros patios. Al de Gina y sus hermanos, por ejemplo.
Gina no era gran cosa, pero se destacaba por ser la chica de mi edad que me hubiese correspondido querer por cuestiones de vecindad. Yo no la quería. Nunca la quise, pese a que tenía la sonrisa con más dientes que yo jamás haya visto y unos tempranos pechos que hoy, a no dudarlo, me subyugarían.
Cuánto hubiese dado por que esas hojas hubiesen sido devoradas por el fuego, pero es tan arduo quemar el papel cuando se amontona que en algún sitio esas cartas existen y sabe dios cuán arrepentido estoy de ellas. No por Gina que, como he dicho antes, nunca me llamó demasiado la atención, sino por el escarnio al que fui sometido en mi cobardía.
Mejor hubiese sido que las cartas llegasen a su puerto y que mi amada de entonces supiera de mi afán, que me ignore, que me desprecie, o que me quiera, lo que fuera mi mérito, y no la pesadilla que sobrevino después, cuando todo el mundo supo de mi sentir callado.

Comments on "Aprendí"

 

post a comment