Sin cuenta cosas de mí
[sobre una idea que tomé prestada de Fest] que hace una semana menos tal vez que no me quito el pijama que el pijama es un regalo y es pakistaní que a diario uso un reloj suizo que también es un regalo y un anillo en oro blanco que también es un regalo y más de una vez me sentí un extraño porque siempre he creído que a mí nadie me hace regalos que tal vez me quité el pijama una vez fue el sábado planeaba comprar mi libro de Dylan Thomas revolví sin suerte en los estantes y no me atreví a preguntar o no supe o no quise que en el camino saludé con reverencia a los conocidos a António a Gilles a Macedonio y por un segundo pensé que acabaría por comprarme un Vian que nunca tuve pero seguí la puja incluso en cuclillas que el guardia me seguía pertinaz porque el pantalón que había elegido ponerme estaba roto y sucio apenas me había peinado después de pasar día y medio en cama y tenía la barba y las arrugas de toda una semana que cada tanto levantaba la vista muy despacio para saber si me miraban o por esas cosas de la vida puta justo se metía alguien que yo hace años quiero evitar volvía la vista al piso veía mis zapatillas ordinarias y sus cordones declarados en rebeldía la puntera blanca manchada de un barro perpetuo y de nuevo los cordones blancos manchados de un barro perpetuo cuando desde lo alto me saludó Roland y pensé que Fragmentos es un libro que casi me sé de memoria pero sin embargo nunca he tenido una compañía tan cercana como la que ahora se me ofrecía y que estaba un poco cansado de desacomodar el orden de los volúmenes enloquecido por esquivar a Franz de Praga y a Kundera y a Hemingway tal vez ya fuera la hora de retirarme de ese lugar cada vez más atestado me decía pero volvía a inclinarme para revisar en lo bajo sabía que cuando me agachaba el pantalón dejaba la mitad de mi culo al aire poco me importaba porque yo perseguía el Dylan que se me negaba era sábado y de un tiempo a esta parte los sábados soy puntual para leer alguno de sus poemas y siento cada vez que él supo de mí antes de que yo naciera entonces busco mi vaso whiskero y la botella me sirvo un trago y uno más para llorar otras lágrimas que las de siempre porque es setiembre y setiembre tiene un dejo de cautiverio que no me deja dormir y cómo haré para dormir esta noche sino hay Dylan ni whisky pensaba en cuclillas y la multitud se rozaba contra mí como todo este tiempo lo que de algún modo me empujaba a manotear ese libro de tapas amarillas que habla de necios que se conjuran y ya me imaginaba el lunes en el colectivo en medio de los necios conjurados metiendo la mano en mi bolso para blandirles un libro y sentir que me hacen sentir más bicho y más raro porque debo ser el único que no tiene un telefonito que suena a mitad del viaje y debo ser el único que saca del bolso un libro y a veces no lee sino que se escuda tras las tapas por la vergüenza que le da compartir el mal rato con esa gente de mierda que se jacta de lealtades sudorosas y es muy capaz de echarle en cara que lee libros y esa es buena razón para reputarlo oligarca vendepatria porque al parecer el mundo es más sencillo que el que yo percibo hay alineados y no alineados aunque no quede demasiado claro cuál es la línea y qué tienen que ver ellos con eso o yo mismo con eso o yo mismo con ellos o yo mismo con la línea que no aliña porque después vino el domingo y tuve que salir de apuro de la cama y de nuevo quitarme el pijama para ponerme un pantalón un poco roto y bastante sucio y elegí ponerme un suéter de hilo que me queda largo porque me fatigaba el solo hecho de pensar que en lo que tardaba en elegir un pantalón para comprarme pagarlo y volver a casa me llevaría la mano a la bragueta tres cientos de veces y en el medio detenerme un segundo a echarle un vistazo a esos días en que podía pagar cremalleras con botones mucho mejor que estos cierres ordinarios que empiezan a fallar cuando uno menos se lo espera entonces hice ese par de cuadras pensando que había un solo modelo de pantalón que en su color no denunciaba su precio ordinario pero me arrepentí un poco de no haber llevado encima el dinero suficiente en el momento en que lo vi pues cuando llegué ya no habían otros pantalones que esos que en su color denunciaban que yo pagaba por cualquiera de ellos incluso menos que lo que había pagado uno solo de los libros que el día anterior había comprado pero ahora era domingo y por ciclo vital sabía que de modo inexorable tendría culpa por ese gasto por ese entusiasmo incontenible que me trajo de vuelta a casa a los saltos porque quería estar pronto solo con mis libros y presentarlos con el resto de los míos con los últimos que acabo de leer y con los más viejos pero era domingo y yo pensaría sin remedio en que el precio pagado por esos libros juntos era mucho más de lo que yo invertí en ropa en los últimos cinco o seis años lo cual era un verdadero disparate porque cuando iba donde la librería a por más libros el guardia veía mi aspecto y con eso concluía que lo mío no eran los libros sino lisa y llanamente el hurto que me daban lo mismo las billeteras por la calle que los libros entre los estantes y tenerlo todo el tiempo detrás de mis pasos me fastidiaba de un modo rotundo casi al punto de voltearme de mala forma para imprecarle alguna lisura después de todo él era simplemente el guardia y yo el soberano cliente en plan de cacería pero ya estoy viejo me doy cuenta porque es cada vez más frecuente que deba evitar desaforarme pensando en algo que me haga bien por ejemplo en mi santa madre que me dio la teta hasta los tres años y no son pocas las veces que me digo que no hubo ni habrá mejores días para mí que esos en que podía alimentarme del más rico sabor de la piel de un ser amado y a cuántas horas se me ocurriese y que por eso es entendible que de una mujer lo primero que vea son las tetas como si en ellas pudiese encontrar el puente para salvar la corriente que a nado no podría y que si hay un dios a quien echarle la culpa o algo así habría que rendirle pleitesía por el solo hecho de haber pergeñado una obra de tan tierna arquitectura y que podrían venir uno o más pirómanos a quemar esta y todas las alejandrías y a mí y a tipos como yo nos chuparía un huevo la pérdida porque sabríamos que la piedra de la verdad sigue estando allí debajo de los sostenes porque ellas son las que sostienen los sostenes y no como han querido hacernos creer hasta ahora pero conviene ser no alineado siempre lo digo un poco porque superado cierto umbral a mí y a tipos como esos que habrán de reconstruir el mundo el día en que todo acabe nos empieza a enloquecer el paralelo siniestro que se da entre las tetas a la altura de su abismo y la raya del culo entonces dejamos de pensar en lo que pueda ocurrir después del último incendio porque hay mucho por hacer antes que eso y que aunque no sea del todo correcto decirlo alguien tiene que hacerlo y no es que yo sea valiente ni demandante ni contestatario sino sencillamente porque me parece natura ya ha tenido el tiempo bastante como para despojarnos del vellamen que nos incordia a la hora del enredo entre la boca y quien haga sus veces y ahora que he nombrado a uno de los huevos es oportuno que confiese cuánto le temo a la bulimia y lo mal que me pongo algunas veces cuando me doy cuenta de que ya no fumo y que la falta del veneno ha hecho de mí un tipo incluso más inestable que lo que he sabido ser a punto tal que no puedo contener la furia que me hace comer como un salvaje y beber en consecuencia litros y litros de vino como si fuese un peregrino en las interminables arenas y no es que tema por mi salud porque sé que moriré enfermo pero en mi cama porque detesto a los médicos casi tanto como a los peronistas y no permitiré mientras de mí dependa que metan mano en este templo si temo es solamente por lo molesto que es sentir cuando uno se sienta y cruza la pierna como se da en ese acto un pellizco que pone los pelos de punta que sólo uso reloj cuando salgo de mi casa no así el anillo que llevaré mientras no toque el cielo y a esta hora o hasta ahora estoy en falta |
Comments on "Sin cuenta cosas de mí"
Que texto tan chingón se aventó usted.
Quedé muy sorprendido!
Cosas de mi sin cuenta...
Me gusta el modo en que te lo has tomado.