2 Orientales
Me he pasado estas últimas semanas leyendo a Onetti y cada día que pasa, cada párrafo que voy dejando atrás con la vista, me sorprendo de la misma lectura hecha hace unos diez años. Esa vez me dio un asco tremendo, tanto que lo eché de inmediato al olvido, salvo por dos o tres piezas breves que me parecían muy logradas, o tal vez sólo breves y la brevedad es algo que siempre se agradece. Resulta evidente que cierto kilometraje adquirido por el lector hace leer de un modo muy distinto, no me atrevería a decir que esta lectura, todas las lecturas, tengan distinta profundidad, o placer, o algo intrínseco que las distinga de las primerizas. Es, sencillamente, el paso del tiempo, las huellas que va dejando sobre el cuero del que lee. Eso es lo que cambia. Así, un felisbertiano como yo, se encuentra leyendo detenidamente a Onetti y lo disfruta. Alguien dirá ¿a qué viene la referencia felisbertiana? Yo responderé: a nada en especial. Felisberto siempre sobrevuela estas letras y su mérito literario es para mí un faro. Ahora: qué distintos, casi diría qué antagónicos, el uno y el otro. Y ahí nomás, al alcance de la mano el mapa, la pe queña república que los parió y el asombro de que allí quepan dos tipos tan grandes, que por cierto no son los únicos: mi proverbial ignorancia en los distritos de la poesía hace que omita a Vilariño, a Di Giorgio, quién sabe a cuántos más. Felisberto tenía una cosa muy femenina. Estaba en cada detalle y en algún punto daba la impresión de que tomados de su mano íbamos a extraviarnos.¿Detallista y distraído? Sí, y fetichista. Y corto de vocabulario. Todas esas cosas que horrorizaban a la crítica. Onetti, por el contrario, es un narrador machazo. El nunca suelta el volante. A él nunca le sobra nada. Casi diría que estrangula los párrafos hasta dejarlos huesudos, frágiles. Onetti es viento, Felisberto es la hojarasca. Y de este lado no tenemos a nadie así. |
Comments on "2 Orientales"
"Casi diría que estrangula los párrafos hasta dejarlos huesudos, frágiles". ¡Ah! ¡Mierda! Me encantó esta lectura. Yo que admiro la concisión en la escritura me metí hasta el fondo en la lectura de Onetti hace unos años. A veces vuelvo (no sé cuántas veces leí La vida breve). Uno queda también huesudo y frágil, al ser atravesado por tanta belleza concentrada.
y (también asumo mis dificultades con la poesía) está Circe Maia