Jade May Hoey

1974-2004

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19.7.06

9 pm

No ha sido nada fácil hasta aquí, pero creo que mañana la dificultad doblará el codo. Es que mañana va a cumplirse la primera semana sin contratiempos de los grandes pero sí con alguna que otra causal de incomodidad. Creo que básicamente se trata de los reflejos, de salir por ejemplo de la oficina sin rumbo fijo y sin deseos de ir al baño, acercarme a la ventana que da a la esquina a ver un poco la gente pasar y otro poco al sol del que estoy privado junto a otros compañeros de desgracia y ahí es la mano que a caballito de la inercia que se ha ido construyendo a lo largo de estos años tantea el bolsillo izquierdo del pantalón y no encuentra lo que hasta hace una semana encontraba sino otra cosa, algo que ni siquiera aspira a cubrir ese sitial con un volumen parecido. Ahora es un paquete de pastillas. A veces dos, porque los adictos somos así. Nos fabricamos la creencia de que con dos paquetes de pastillas nos dará menos deseo de fumar y trato de mentalizarme de que estoy acometiendo una ceremonia. Corro el envoltorio un poco más allá, tomo un caramelo, le quito su papel y lo echo a la boca. No me dura lo que un cigarrillo. Hete ahí uno de los problemas -hasta ahora- insanables. Y cuando termino con mi asunto y me dispongo a retornar a mi escritorio, también por la inercia recién anotada tiendo a olerme las manos. No son las mismas de antes, que incluso después del primer cigarrillo de la mañana tenían ese olor nauseabundo, como si ya por el solo hecho de ser fumador estuviese condenado a un nivel residual de hedor, de por sí ya bastante molesto. Ahora la incomodidad son los dientes. Podría asegurar que no me molestó jamás mi color horrendo de dientes tanto como esa cosa pegajosa que me queda después de comer caramelos.
Pero en fin. Ya estoy en carrera. Cuando entro a los sitios que tienen delimitadas áreas para fumadores y no fumadores ya no tengo que hacerme problemas, porque todavía no me causa molestia que otro fume en mi presencia. Me duele un poco, eso sí, que haya gente que no haga otra cosa que fumar. Gente así hay en la terminal. Parecen esperar un coche que no saldrá hasta diez horas después y entonces ocupan alguna de las sillas plásticas del hall y se disponen a fumar uno, dos, veinte, y al poco rato apenas se los divisa detrás de la estela azul. Ese olor sí me fastidia. Casi tanto como antes me fastidiaba el olor de los Jockey o de los Parisiennes.
Y una hora crítica: las nueve de la noche.

Comments on "9 pm"

 

Anonymous Anónimo said ... (20/7/06 10:52) : 

yo intenté ( y consegui) parar de fumar comendo manzanas verdes y duras. Hasta hoy ( 6 años pasados) como una media de 5 manzanas por dia. Me torné una viciada en manzanas. Afuera el ruido de la masticación, nada de mal puedo hacer a los otros con mis manzanas...( hay personas que comen zanahorias, pero el ruido es enorme!)
besos

 

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