Fulbito pa la gilada
Una oscura senadora patagónica presentó en el parlamento un proyecto para que las películas financiadas con apoyo del tesoro nacional incluyan una imagen de la bandera nacional y no tardaron en alzarse las voces de allegados a la vecindad cinematográfica y charlatanes de toda laya algunos de los cuales no dudaron en traer al ruedo palabras temerarias como stalinismo. A los administradores del estado les cabe la grave responsabilidad de delimitar el interés público. Que un estado cualquiera brinde su apoyo a expresiones culturales debería ser un buen síntoma. Y el apoyo -queda claro desde el vamos- no ha de ser en términos de meras declaraciones de ocasión sino en dinero contante y sonante. Dinero que si se aplica al financiamiento de la producción cinematográfica se está excluyendo de los muchos otros flancos que ha de cubrir un estado digno. No será ésta la ocasión de discutir sobre la utilidad de fomentar el cine en desmedro de, por ejemplo, la producción de rabanitos. Esa decisión es de carácter eminentemente político y se habrá sustentado -es de esperar- en razones de oportunidad, mérito y conveniencia. Del modo que fuere, siempre quedará abierta la discusión sobre eso. Con años trabajando en un organismo de fomento, el que suscribe no desconoce quiénes son los que buscan el amparo estatal y en qué términos y por esa razón se declara absolutamente indignado por el derecho que se arrogan estas gentes. Demás está decir que muchas de las prácticas que se han hecho usuales no están en el conocimiento de la mayoría de quienes contribuyen a formar el tesoro público y que muy posiblemente otro sería el cantar si los actos del príncipe fuesen tan públicos como el régimen republicano aconseja. No obstante eso, las voces que se oyen en esta discusión no suelen reparar en lo que el estado deja de hacer para apoyar este tipo de empresas porque -de nuevo- tan afincado está en el imaginario que el largo brazo tutelar de la cosa pública tiene que otorgarles la defensa que por sus propios medios no pueden conseguir. Y que debe hacerlo a cambio de nada. A mí me provoca espanto que estando en crisis la educación y la salud una banda de pelafustanes crean que el subsidio a lo que hacen es un derecho. Y más aún que una senadora quiera ganar notoriedad trayendo al tapete un tema estúpido como éste, que es apenas una cortina de humo a tantas otras omisiones que padecen los que no tienen con qué pagarse un aviso en la prensa. Pero bueno sería que se plebiscite este asunto a ver a cuántos contribuyentes les preocupa la situación del cine vernáculo y hasta dónde están dispuestos a seguir soportando esa mano en el bolsillo. Mucho me temo que los quejosos de turno quedarían obligados a pedirle apoyo a Coca Cola y que aguzarían su ingenio con tal de incluir el eslogan de la marca dentro del guión aunque sea con fórceps. Mientras tanto, fulbito pa la gilada. |
Comments on "Fulbito pa la gilada"