Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

16.5.06

Papi

Nunca esperé menos, pero para ser sincero, de algún modo por una cuestión de distancia, de falta de resignación o lo que sea que yo ahora mismo no sepa nombrar, siempre me resistí a ver crecer a mi hermano y mucho menos verlo cada vez más parecido a mi padre. Ya sé. Nadie me cree que mi hermano menor se parezca más a mi padre que yo mismo. El bendito punto ciego. Hace rato que yo debo ser tan parecido a él o incluso más que lo que pueda ser mi hermano que, después de todo, amenazaba con pegar el estirón y se plantó allí, en la estatura suficiente como para darme un par de cachetadas sin temor a una devolución de gentilezas. Está la cuestión física, eso es un reaseguro, cómo que no. La contextura de mi padre es hija de más de cincuenta años de trabajar de sol a sol. No podría mi hermano aspirar a ella sino hasta bien entrado en la madurez, aunque a mí me parece que nunca podrá tener ese tamaño de brazos que para más acaban en un puñado de culebras extendidas a manera de dedos, ya sin huellas dactilares, ya sin la sensibilidad que alguna vez tuvieron por culpa de una segunda o incluso una tercera piel que les ha crecido a modo de protección. Es un monstruo. Nadie que tenga atisbos de humanidad puede tener unas manos así. Y la frente generosa por ese pelo tan débil que en nada hace juego con el resto de su ser, y a la vez, en palabras de mi abuelo, es el presagio de una vida pobre. Alguna vez, a propósito de alguna de esas charlas de ocasión que tienen padre e hijo cuando se aburren de mirarse él me lo dijo así: pelo lacio, finito, quebradizo, vos tampoco vas a salir nunca de pobre. Y sin embargo nunca me lo planteé como un estigma. Me ha gustado llevarle la contra desde muy pequeño, de modo que me complacería salir de pobre más para llevarle mi trofeo en tiempo y forma antes que por el deseo mismo de prosperar. Además, se me antoja que ha de ser tortuoso el hacerse rico sin el linaje de tal. Si yo participase en esos sorteos multimillonarios que anuncian las carteleras y por esas cosas de la vida llegase a ganar mucho dinero, no sabría que hacer con él. Capaz que de inmediato pensaría lo bien que me haría mudarme a un cuchitril más grande, donde quepa una cama king size y una biblioteca con quinientos libros flamantes y discos y porquerías así. Comer carne de vaca con un vaso de tinto todos los putos días que me restan por vivir y a lo mejor, si es mucho mucho el dinero conseguido, acondicionar un cuarto para recibir a mis amigos y de cuando en cuando ir a visitarlos. Lo malo -o bueno según se quiera mirar- es que haciendo de tripas corazón siempre me compro algún libro aunque no tenga mucho donde ponerlo, como carne, bebo vino, visito a mis amigos y si mi cama no es todo lo confortable que yo quisiera es mucho mejor que dormir sobre un escritorio tapado con una alfombra, como ya hice alguna vez. O sea que no. Que está bien así. O más o menos bien. Con el cabello lacio, fino, quebradizo. Pero esa voz, la de mi hermano que es la de mi padre, sin duda es la mía, la que nunca oigo. Y tampoco el nunca acostumbrarme a que mis hermanas, durante los años que ha durado mi ausencia, hayan rebautizado a mi hermano. El también es papi, sus mismas mañas. Por eso cuando una le pregunta a la otra ¿todavía no llegó papi? no sé a quién de los dos se refieren, porque yo estoy acostumbrado a que mi hermano tenga la mitad de mi estatura, pero de eso ya ha pasado un buen tiempo.

Comments on "Papi"

 

Blogger Silvia Sue said ... (17/5/06 10:15) : 

Yo que estoy más supersticiosa cada día, y que vengo de los árabes que directamente creen en las hechiceras, nunca escuché que el pelo fino estuviera pronosticando falta de plata.
Mi pelo es muy fino, pero tengo mucho: ¿eso querrá decir falta de plata y muchas ganas de tenerla?

 

post a comment