Hechos_9
Apenas soy capaz de balbucear la bendita palabra, Esquivel, el mundo empieza a colorearse de un gris que tiene la cortesía de no doler a mis ojos, de anestesiar -y la falta que me hace- la herida ulterior, la que nacerá apenas saque uno de mis pies de esta burbuja y lo apoye en el piso helado, en el delicado filo de la daga. |
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