Jade May Hoey

1974-2004

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4.5.06

En los mapas del cielo el sol siempre es amarillo

Así dice una canción que yo solía escuchar hace muchos años y así lo he creído porque nadie ha visto al sol en la realidad y todos hemos comprado el camelo de que se trata de una enorme piedra que arde. El fuego no es siempre amarillo. Eso sí es cierto. Además, por más que se trate de una piedra, en algún momento el combustible debería acabarse. Será cosa de miles de años, tal vez millones, el tiempo inconcebible y el final. Pero no, los que dicen saber afirman que el último capítulo será con explosión y el polvo astral alcanzará, absorberá y aniquilará a todas las estrellas. No sé como sea el arder de las piedras, pero con el carbón eso no pasa, simplemente se hace cenizas y muere, después de una larga agonía, pero muere.
Creo entender entonces que durante mucho tiempo tuve un dominio operacional de la física, quiero decir meramente algebraico. De puro acostumbrado yo pensaba que las que guiaban el mundo eran esas letras que gustosas se multiplicaban, dividían, potenciaban y la mar en coche y no entendía que en algún punto esas cosas cobraban vida alguna vez. Nunca entendí, por ejemplo, porque debía hacer más fuerza para cerrar la puerta a medida que me acercaba a las juntas. Nunca entendí, aunque supe encadenar un razonamiento brillante en una clase de macroeconomía, allá por 1996, cómo se derrumbaría por su propio peso la política monetaria del gobierno de los cuarenta ladrones. Roberto me lo pidió casi en tono de súplica: dígalo, Mayer, sea cruel con todos nosotros. Y así lo hice. Con las fórmulas dadas todo era tan sencillo que no pensé ni por un segundo que estaba hablando de semejante miseria.
En otra aula, en el extremo contrario del edificio, el loco Pierucci les daba Física III a los postulantes a ingenieros y, palabra más, palabra menos, decía: y, a partir de ahora, puede pasar cualquier cosa. En cierto punto nadie mejor que él para decir algo así. En su prontuario contaba con varios antecedentes enderezados a justificar que al cabo de ese trance pasaba cualquier cosa. El, por no ir más lejos, hablaba con marcianos. De hecho fueron ellos los que le indicaron el nombre con que bautizaría a sus hijos. No se sonrojaba al contarlo. Le resultaba tan natural como hacerse una casa sin ventanas. Tal vez los marcianos requiriesen privacidad.
Pero el punto es otro, el punto es la emocionante sensación de decir hasta acá llegamos y que no haya nada más allá o nada que no sea lo que uno mismo pudiese inventar. O sus alumnos de entonces, los que dormitaban en las clases y despertaban en el medio del relato de alguna de sus experiencias. No sé que es peor.
Pero el sol sólo es amarillo en los mapas del cielo y bueno sería tener a mano un mapa en un momento como éste, con las nubes tan bajas que cualquiera pensaría que se trata sólo de dar un buen brinco y cortarles el paso, quedarse con algo de ellas, un retacito para poner dentro de papel celofán y mostrarlo a las visitas.

Comments on "En los mapas del cielo el sol siempre es amarillo"

 

Anonymous Anónimo said ... (5/5/06 09:34) : 

Fander, no sé si alguna vez le dije que me encanta cómo escribe.
Sabe, soy una adicta que pasé por un surmenage por el exceso cuando me leía de a cuatro novelas por día, que sufro cuando pienso en todo lo que me falta leer, que desde los cuatro años me leo hasta los prospectos de los medicamentos, y, mire, le digo, ese vuelo que yo le puedo ver, ese que yo le siento en ciertos posts,( como éste, por ej.), merecería otra trascendencia, Fander, merecería ese lugar que estoy segura de que no le importa.


Debe ser difícil mirarse todos los días y convencerse de que es casi un contador.

 

Anonymous Anónimo said ... (5/5/06 15:49) : 

en el mapa de mi cielo, usté es el sol que se come, como un caburé, todas las criaturas encantadas.

yo soy pichón. y qué será la Silvia Sue?

mi primer piropo en Internet.

 

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