Jade May Hoey

1974-2004

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18.4.06

¿Te ha sucedido alguna vez que a los ojos les de por replegarse? No me refiero al declinar de los párpados, que por lo demás es algo que en su vulgaridad imita el paso del día a la noche, como si quisiera poner en negro sobre blanco que a su imagen y semejanza hemos sido creados, de modo que todo el tiempo psado y por venir no haremos más que tropezarnos con versiones cada vez más torpes de la obra de un autor tan fecundo como eterno. Aunque ahora que lo veo escrito, la sensación que se abate sobre mí en momentos como éste, en algo quisiera parecerse al inmenso engranaje de la maquinaria celestial pero tiene más de pañol desordenado, a dejadez de hombre solo. Los ojos se vienen para adentro. Reclaman un espacio allí dentro de la caja, un espacio que, está claro, no les pertenece. Entonces la presión excesiva de los globos sobre el cableado y la pared en falsa escuadra, amenaza con dinamitarlo todo. De lejos se parece mucho al cansancio, no lo niego, a un cansancio asimétrico. Bueno sería estar completamente cansado, que brazos y piernas hubiesen trabajado a destajo y el cuerpo ahora mismo fuera un solo grito que dice basta, pero no, no es eso, sino una manifestación aislada, un intento sedicioso que muerto antes de nacer. Los ojos no podrán ir más lejos del sitio en el que están. Por mucho que no les guste, es este el mundo que hay que mirar. Mejor que nunca te pase. Es feo.

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