Jade May Hoey

1974-2004

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21.2.06

Vindicación de Oniria

Acabo de contarle mi rutina cotidiana a alguien que se sorprende que pueda venir a trabajar a las 6.45, hacer vida civil y sacarle todo el jugo posible a la noche. Eh!, el ideal tuyo sería un día de 36 horas, me dice. Le respondo que esas horas, 7.30 AM, me vería igualmente cansado.
¿Y si fuera cierto que hay una pastilla que nos permitiera estar descansados con sólo dos horas de sueño al día?

No sé de dónde extraje alguna vez un detalle que me gustó mucho: el sueño es el metabolismo del pensamiento.
Pues bien, suponiendo que encontrásemos un remedio a la fatiga que no suponga el acto de dormir, ¿con qué sustituiríamos al sueño? ¿con alucinógenos?
Si se recomiendan ocho horas diarias de sueño, diríamos que la relación ideal vigilia/sueño es de 2 a 1; pero la vida moderna nos ha limita a escasas seis horas de sueño, con lo que la relación es de 3 a 1. ¿Qué pasaría si extremásemos el cociente hasta llevarlo a la friolera de 11 a 1?
Suponiendo que a mayor vigilia, más pensamiento, tendríamos también un aumento de los residuos provocados por su acción pugnando por el cada vez más breve período de sueño.
A juzgar por mi experiencia en la materia, creo que el resultado que cabe esperar de este engendro es una sucesión enfermiza de pesadillas en technicolor.

Por ganarle tiempo al tiempo, anoche, al cabo de la cena frugal con que acompaño a mi vasito de vino tinto y antecede al último cigarrillo, decidí aprovechar la fresca y acostarme una hora antes de lo habitual. Naturalmente que, para hacerlo, me puse la ropa de Finnegan y solicité una prórroga más a una contestación que debo y a la composición del mapa de un cierto relato que no puedo ordenar con mi propio fluir.
Sólo logré despertarme una hora antes. Eran las cuatro y media. Me soñaba en pleno escarceo con G. Le lengüimordisqueaba la pantorrilla a lo que ella respondía en un balbuceo su voluntad de ser faenada para ofrecerse en banquete a mí. Sin dejar de hacer lo mío, dejaba volar la fantasía hacia esa improbabilidad cuando me desperté.

Volver a dormirme por un lapso tan breve como el faltante para que el reloj diese la alarma, me condujo a un semisueño más cercano de mis cavilaciones vespertinas que al programa anterior. Bosquejaba apasionadamente un manual para el amante caníbal. Se me hacía agua la boca con sólo evocar su gusto salado durante una tarde de calor.
Ya lo tenía decidido.
Pediría el consejo de mis amigas para los capítulos estrictamente culinarios. Hay en el mundo de las especias, según me cuentan, las Indias que yo aún no he descubierto, y puntos de cocción insospechados, que varían conforme a la edad del amante y la presa elegida para la oportunidad, y un vino ideal para acompañar cada plato y una mesa apropiada a cada motivo.
Para ahondar en los secretos de la faena, recurriría a la sapiencia de mi padre, en lo posible a través de una experiencia que me permita vivenciar cada paso: la preparación del individuo, su alimentación durante las horas previas, el sitio justo para practicarle el corte letal evitándole tensiones innecesarias, la técnica del desposte para el aprovechamiento óptimo de cada pieza seccionada.
Y bon apetit.

Madrenuestra que estás en el sueño
la inspiración nuestra de cada día dánosla hoy.

Comments on "Vindicación de Oniria"

 

Anonymous Anónimo said ... (21/2/06 15:55) : 

No sé cómo, pero le salió demasiado rico el post.

 

Blogger m a said ... (21/2/06 17:48) : 

Hmmm! esta cosa onírica canibalística me recuerda a Dalí.

 

Anonymous Anónimo said ... (21/2/06 19:45) : 

La invitaría a comer, Aydesa, así se entera de lo que es bueno.

Necesito mousse para el bigote, Marce.

 

Anonymous Anónimo said ... (22/2/06 17:11) : 

chan!
(audio incidental durante décadas en los programas de tinelli)

 

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