Jade May Hoey

1974-2004

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1.2.06

Run

¿Por qué el estigma? ¿Qué habré hecho tan mal que no me es concedido el olvido? Eso es lo que me pregunto. Una vez está bien. Su número de teléfono es tan sencillo que de vuelta a casa, remontando la calle Corrientes me tiento y disco las cuatro cifras en escalera y después cero setecientos (parece una hotline, che, habrá dicho ella la primera vez) y antes del primer timbrazo me muerdo el labio, mastico el espanto que se vuelve sobre mí. Antes del segundo lo pienso un par de veces. Qué estoy haciendo acá. Quién me llamó. Quién me insta a hacerle esta jugarreta al destino, pero qué más. Suena el segundo timbrazo y ya estoy entregado a mi suerte: ojalá atendiese, a ver qué es lo que dice. Antes de que suene el tercero me llevo la mano a la frente. Estoy sudando. De refilón miro el reloj. Son las tres menos cuarto de la mañana. Se supone que voluntariamente me he metido en una cabina de teléfonos de una ciudad extraña y acaso lo único que me mueve a hacerlo es el temor a que un asaltante me tome por sorpresa y me quite los seis pesos que cargo encima para tomar un taxi, los tres malditos pesos que acaso no alcancen para llegar a Malabia y yo acá, como un tonto, imaginándome que ella atiende y que no sé qué decir: hola, soy yo, ya te olvidaste. O en vez de eso: déjeme acá, maestro, que tengo sólo seis mangos. Y suena el tercer timbrazo y debería atenderme su voz metálica en la grabación del contestador: hola, te comunicaste con, en este momento no puedo atenderte. Y no; el mensaje es otro. La casilla está saturada. ¿Estarás en Neuquén? ¿Debería sentir la satisfacción por el hidalgo gesto de marcar un número en el que nadie me atiende? Antes de parar a un taxi camino un par de cuadras más. Tengo miedo de cargar encima por el resto de mis días el estigma del hidalgo trunco y un bicho arriba de un taxi es muy capaz de tirar de la lengua de un hidalgo trunco, y qué le digo, que llamé y ella no estaba y que con ese gesto preservé el caos del universo? No, tal vez lo aconsejable sea que haga un par de cuadras más. Y así. Hasta el 5300.
Al par de meses, el hidalgo trunco de nuevo en jaque: ¿te parece que nos hagamos una escapada a Neuquén? Ya arreglé todo con ella. Dice que. No.
Y no.
Y no.
¿Y ahora una foto?
¿Nunca voy a poder escaparme? ¿Siempre en plena estampida voy a pisarme los cordones?

Comments on "Run"

 

Blogger la enmascarada said ... (1/2/06 15:55) : 

ja!
Y ahora te persigo yo. La doble de riesgo de tu ex.

 

Blogger m a said ... (1/2/06 17:36) : 

Si queda varado unas cuadras antes de Malabia, pase a tomar algo, pero no a las tres de la mañana que me va a despertar las crías.

 

Blogger FERNANDO Marasso said ... (1/2/06 18:51) : 

" si es de mayer, es bueno... "
che, jorge, el otro día tomando un café con la autora de la gioconda de cabotaje ella me habló de vos, y ahora que te leo me gustás un poco. Porqué no te animás a escribir para publicar che!

 

Anonymous Anónimo said ... (1/2/06 20:45) : 

Mascarita! Buh!

Lo tengo agendado, Marce. No se aceptan reclamos ulteriores.

Escribo seriamente en privado, Fernando. Abrazá a la Gioconda de mi parte y no hagas demasiado caso a lo que dice de mí.

 

Blogger paula said ... (2/2/06 11:34) : 

estas cosas te pasan simplemente por no atarte los cordones.

 

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