Jade May Hoey

1974-2004

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25.2.06

Puentes

Uno de los beneficios más notorios que otorga el hecho de administrar un weblog es el participar en una tertulia de fronteras difusas en la que cada cual pone su empeño para comunicarse con otros como él, sea cual fuere el punto del globo en el que se encuentre y en algún punto es valedera la cita borgesiana: cada casualidad es una cita.
Por azar llegó hasta aquí Cristino Bogado, uno de los responsables de Kurupí, el único blog paraguayo del que tengo noticia (y a tenor de su contenido, aprovecho la ocasión para volver a recomendar), que se sintió interpelado por este sujeto que dice escribir desde esa tierra extraña que es la patagonia, y al pasar dejó caer un nombre: José Rodríguez Alcalá, ni más ni menos que el padre de la novela paraguaya (suya es Ignacia, la hija del suburbio, que data de 1905), otro patagónico pero ligado a un tiempo en el que su pueblo natal, Carmen de Patagones, era el extremo austral de la civilización. Hablo de finales del siglo xix.
Por supuesto, tanto los datos de su filiación como el detalle de su obra son algo que se me escapa, tan grande es mi ignorancia y tan lejos nos queda el Paraguay, muy a pesar de estar apenas cruzando un par de ríos.
Cristino me preguntó si existía la posibilidad de rastrear por estas pampas la continuidad del linaje de los Rodríguez Alcalá (que allá dio acá ha dado dos novelistas, un sociólogo, un crítico de arte, una embajadora plenipotenciaria en el Vaticano) y no puedo negar que al principio sentí una pequeña desazón: Carmen de Patagones es un pueblo cercano a Trelew, pero esa cercanía ha de medirse con el parámetro patagónico, en el que 600 kilómetros se consideran poca cosa y yo apenas si estuve allí hace casi veinte años, embelesado por la belleza de un pequeño pueblo que conserva la arquitectura colonial y es un pedazo grande de la gesta patagónica.
Sin embargo, hace poco menos de dos años, me pasé varias tardes observándola a mitad de camino del horizonte, desde Viedma, con el río Negro de por medio. Puedo garantizar que no cuento muchas ocasiones en que haya sentido en mi piel la paz que en esos atardeceres cayendo sobre su perfil azul.
A quien le interese, le dejo una cronología en este enlace y un breve estudio sobre literatura paraguaya en este otro.

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