Jade May Hoey

1974-2004

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30.12.05

Viene el ganado a su faena

-¿Así que le robaron la biblioteca a Quintín?
-Sí, dos volúmenes
-¿Y por qué se lo ve tan apesadumbrado?
-Imaginate, pobre, no pudo terminar de colorear el segundo.


Es una pena que los muchachos lo hayan contenido a Q porque parece que, no obstante atacar, por ejemplo, a la universidad (como si un título profesional, cualquiera fuese, pudiese adquirirse por imitación de conductas como es el caso de los carniceros) se quedó con varias balas en la cartuchera
Un artículo firmado por Mariano Canal deja bastante en claro porque Q alcanzó con relativa comodidad el mote de "crítico de cine" y nunca será digno de lustrarle los zapatos al peor de los "críticos literarios".
Hoy, mientras hacía mis necesidades fisiológicas sólidas, pensaba en los muchachos de los TP, en general, más allá de la torpeza en la que reincide Q. No los conozco a todos, no sé ni me interesan sus prontuarios, ni siquiera los leo a todos porque hay algunos que no alcanzan siquiera el nivel medio del site y despachan parrafadas kilométricas. Y la tontería en la que me encontré pensando es que todos quieren imitar a Schmitd.
¿Cómo es esto?
Sencillo. Lengua coloquial, lavada de rigor técnico y, fundamentalmente, prosa saltimbanqui. Uno lee cualquier artículo (daily, je!) y al cabo de la lectura nunca sabe de qué trataba. Se persigue lograr el efecto de las ametralladoras: aunque superficiales, importa que sean muchos los tiros.
Entonces en un artículo cualquiera se habla del ministro de economía, de los soretes de los perros en las calles, y de Chavez, y de lo que queda de Página 12, y de Cromañón y, por qué no, del doping de un tenista, y no es que se consiga el prodigio de encontrar un hilo conductor a todo esto, sino que todo es una ráfaga, pum pum, las chapas.
Schmitd es talentoso. Se le nota hasta cuando manda fruta. Como quien no quiere la cosa hinca la daga y después sale lo más pancho con alguna trivialidad. Es evidente que trabaja los artículos casi como un artista. Primero idea una estructura y después ordena los materiales. Los otros, Q incluido, no tienen ese talento.
¿Por qué entonces podría llamar la atención que el cuarto tramo de la crítica de La joven guardia ocupe un tercio de su espacio con una referencia a una suerte de persecución nazi sobre un pobre pibe que -en su incontinencia pretendidamente cómica- insulta a una dama. No sé ni me importa si la mecánica del pibe es el insulto sistemático y sólo esta vez, por ser quien es la persona agredida, hubo una reacción corporativa porque otra cosa no merecía. Sí, seguramente el pibe está solo, pero, entre nos, qué es lo que hace para no estar solo!?. El segundo tercio es la refutación de otra crítica!. El tercero, su acostumbrado yeite, nos relata por séptima vez cómo me hice monja, perdón, crítico de cine.
Posiblemente Schmitd no sepa nada de literatura, pero estoy casi seguro de que con estos ingredientes -también con menos- hubiese hecho una nota del carajo. Polémica, osada, bien escrita, y nadie le objetaría nada más que lo erróneo de los conceptos que pueda vertir.
En cambio ante un tipo así y la pertinaz elegancia con la que hace desfilar a su generosa ignorancia es lógico que se agolpen los inconformistas ¡como los perros cuando se faena el ganado!
La conclusión sería: no aprendemos más, muchachos. Las vacas no entienden. Los zapallos tampoco. Los brutos casi un poco menos que los zapallos. Y respecto del lenguaje soez que suele utilizarse contra Q me permito una pequeña digresión: la vez que se enfrentó con tipos que escribían de un modo decente apenas se dio cuenta de dos o tres de los cincuenta tiros que ligó y apenas si pudo defenderse de uno. Por eso, por su propia ineptitud, es casi natural acabar en el insulto burdo, que es el único que debería entender, pero me parece que ni eso.

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