Jade May Hoey

1974-2004

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26.12.05

-El retorno del año? -No, Calamaro.

Realmente no tenía ningún deseo de escribir sobre Andrés Calamaro porque como artista me parece más bien vulgar y de tipos vulgares como él está llena la viña del señor pero, como algunos de ustedes saben, el jueves pasado viajé a mi casa. Desde que abandoné la casa paterna, no he dejado de volver cada navidad a pasar un par de días con mi familia. Como podrán imaginarlo, todo viaje rutinario es algo que yo quisiera evitar y sin embargo todavía no encuentro nada mejor que hacer. Al fin y al cabo, podría hacerme invitar por algún amigo, y de hecho eso es lo que suelo hacer la noche de año nuevo, pero en algún punto todas las veladas en familia son iguales. A flor de labios tenemos la palabra hiriente que lo echará todo a perder y a esas heridas no las lavará el alcohol ni las tapará suficientemente la copiosa ingesta de calorías.
El caso es que antes de partir, me paré ante el escaparate de revistas, a ver qué sería lo que me acompañase durante las tres horas de ida y las tres horas de vuelta. No hará falta que diga que suelo leer libros mientras viajo pero Bataille, arduo y apasionante a la vez, me exigía algo que me duela un poco menos. Considerando que las revistas de chismes están llenas de fotos de señoritas desnudas que se pelean entre sí, conquistan por una noche a Maradona o pujan por ser la chica del verano, sé de sobra que esa lectura no me dura más que diez minutos. Me compré, por primera vez en la vida, una Rolling Stone. Naturalmente muy pocos de los grupos musicales de moda me resultaron conocidos y los que me resultaron familiares tienen ya mucho de dinosaurios.
Lo malo es que la nota central estaba dedicada a Calamaro, Andrés y yo no tenía intenciones de escribir nada sobre él porque me interesa muy poco si se inyecta orina, si fuma alfalfa o si se pone de novio con Ginette Reynal. Pero no pude evitarlo. Leí tres o cuatro de las diez páginas de la nota.
Mejor hubiese sido comprar alguna revista que tuviese en la portada a Emilia Attias, pero no había ninguna y el potencial neumático de las otras chicas crispa mi buena voluntad. Pero el nivel de histeria hubiese empardado tranquilamente los mohines de nuestro divo number one de la música popular.
Pobre pibe.
Está obsesionado por meterse en el panteón de Spinetta y Charly García. Todos estamos cansados de Spinetta y Charly García. Pero Spinetta compuso Artaud. Y García firmó la mitad de las veinte mejores canciones del rock argentino. Después podrán hacer lo que ellos quieran, que para eso son gente de talento. Desde ponerse de novios con minas tetonas hasta tirarse desde un noveno piso a una piscina. Tanto da. Al menos yo ya me doy por cumplido.
Calamaro parece que no.
Al cabo de la primera página recordé todos los motivos por los que empecé a odiarlo hace unos diez años. Dejé la lectura y si no escupí su foto fue porque venía en la butaca vecina a la mía una señora muy aseñorada y uno será cualquier cosa pero ante todo es un caballero.
Preferí dormir. Una gran elección.
Según indicios categóricos y concordantes, estaba yo en plena victoria sobre los azares de la ruleta y el concurso de un generoso escote, cuando se precipitó la sentencia. Cuando abrí los ojos, tuve que quitarme de la cara las manos que utilizaba como escudo. Un inoportuno piedrazo destruyó el vidrio de una de las ventanillas del hemisferio izquierdo de la unidad 42 de la empresa vía TAC con destino a Río Gallegos.
A la primera curva, el viento sembró de vidrios rotos todo el coche pero eso no fue lo más dañoso, ni tampoco los añicos que nunca terminaron de caer, ni la negligencia de los choferes que trasmitieron al resto del pasaje su misericordia sin mover un dedo por poner un cartón o algo en el lugar que antes ocupaba el vidrio, ni la ventolina inclemente que nos acompañó todo el trayecto.
Lo peor fue volver a la nota de Calamaro.
A esta edad no debería llamarme la atención la obsecuencia de la que son capaces algunas alimañas, pero el autor de la nota superó la frontera de lo concebible. Supongo que tenemos una pasmosa necesidad de crearnos algún referente que asuma la voz de mando y cobijarnos todos bajo el manto de su palabra y también que es una verdad a gritos que estamos en un tiempo en el que la historia pasó a ser un apéndice de los programas de la farándula y la puja por los nuevos valores se encarna en tipejos de moral cuantimenos dudosa.
Pero en fin. Queda claro que Calamaro le envidia la novia a Spinetta, lo que ratifica que es un zapallo. Podría seguir intentándolo con las canciones o, incluso mejor, dedicarse a otra cosa.

Comments on "-El retorno del año? -No, Calamaro."

 

Blogger Adrián Savino said ... (27/12/05 16:53) : 

Mi primera y última compra de RS fue el mes pasado. Traía una nota al indio Solari en la que éste les decía a sus entrevistadores:
“Sí, sí, yo compro la Rolling Stone. Y disfruto con lo que les hacen a otros, porque en realidad las estrellas de los reportajes son ustedes. Lo usan a uno para terminar diciendo lo que se les canta el quinto forro de las pelotas... Porque tienen que teatralizar y generar toda una maravilla alrededor de personajes que en verdad son bastante anodinos. Entonces terminan escribiendo bárbaro, y generan toda una especie de aura alrededor de gente común. Pero bueno, lo hacen bien, supongo que las notas son más entretenidas que la verdad”.
A continuación, muy orondos, los noteros escriben: “Es cierto. Los periodistas alimentamos mitos y tejemos tramas de misterio allí donde muchas veces no hay nada”.

¿No tendría que aparecer esto en la entrada "cinismo" de Wikipedia?

 

Blogger Jorge_Mayer said ... (27/12/05 23:14) : 

Buenísimo el apunte, Adrián. Sólo de oídas tenía ese texto y me hubiese gustado echarle un vistazo antes de escribir esta nota y, aunque Carlitos no sea santo al que yo le encienda una vela, cuánta razón tiene.

 

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