Jade May Hoey

1974-2004

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15.12.05

Cebado

Qué desconsuelo. Lo único que se me da bien es la saña. Las pocas veces que me enturbio lo suficiente no se conoce virulencia más dañosa que la mía. En algunas ocasiones me gustaría la moderación, la cortesía, pero siempre estoy un ápice antes de la animalada, lo que me convierte en un tipo peligroso, no tanto por los demás, que después de todo la vida entera me la he pasado cagándome en los demás, en lo que puedan pensar o decir o hacer que piensan o decir que hacen; soy un peligro para mí mismo, camino al borde de prenderme fuego y jamás me ha preocupado sino en esos pequeños destellos de lucidez que cualquiera suele tener durante las intermitencias del sueño. Uno se despierta, en el medio de la noche y no tiene a nadie a mano como para preguntarle si de verdad ha gritado como le parece o todo ha sido parte de la pesadilla de la que se escapa con los dedos llenos de sangre y a falta de la mitad de los dedos de los pies. Es entonces cuando en la pared, como en pantalla gigante, relampaguea algo que guarda toda la apariencia de haber sucedido durante ese día, y por lo general es un problema, un episodio sin resolver, una bifurcación, una trifurcación, una soga ciñendo las muñecas para postergar lo inminente de la acción. Y a partir de ese alumbramiento todo queda resuelto. Fue un juego de niños, se dice con algo de fastidio quien vuelve a entregarse al mandato de la somnolencia. Ya está. Esto es lo que quería yo, vuelve a decirse por la mañana, cuando la manteca se derrite sobre la tostada que le quema la mano, y el paladar y hay un crack que se derrama por las comisuras y la lengua, burra lengua, barra burra, lo lleva todo a su lugar y santo remedio. La vida que ríe con risa en clave de mueca y de repente el arrepentimiento: no quiero ser así, no, no, prefiero el perpetuo letargo, la insolente nadería de echarse a andar sin saber dónde, prefiero no tener que elegir entre esto y lo otro, a mí dejame al margen, pegado al ojalillo; pero es sólo un segundo, otro destello, otro relámpago sin trueno. Entonces las tostadas se hacen solas a un lado, ni falta que les hace mi desdén, dónde se ha visto: los perros cebados no comen tostadas.
Así fui a por lo mío. Me traje todo lo que había, pero me quedé con ganas de un poco más.

Comments on "Cebado"

 

Blogger Gus Nielsen said ... (20/12/05 23:54) : 

¿Lasagña?

 

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