Jade May Hoey

1974-2004

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13.11.05

Curso de navegación. Libro sexto

Aproveché el insomnio para meterme temprano en la cama. Si hubiese tenido criada le hubiese ordenado que respondiese a quien pudiera interesarle:
el señor está en su cuarto, leyendo.
El señor está en otra parte, probablemente en el cielo y quizá -me gusta pensar que es así- leyendo. Es en vano. Siendo discípulo de De Bono he aprendido que para pensar basta con ponerse en situación de hacerlo. Dormir -caramba- no es tan sencillo. No debí resignarme a despedirla el viernes. Quien dice hasta el lunes en realidad dice ojalá que dure mucho el mientras tanto y lo que yo más deseaba es que ese mientras tanto fuese poco, lo más corto que se pudiese. Cuánto es poco. Poco es parecido a la nada pero es otra cosa. Debería levantar la persiana pero todo el mundo ha salido a la calle. Todo el mundo anda en coche último modelo. Todo el mundo prefiere pasearse por mi cuadra. Todo el mundo, excepto los calores de la primavera en ciernes, quiere que yo cierre esa ventana y no lo haré. Será mi voluntad aunque todo el mundo se sienta ofendido, aunque el cielo se deshaga en bigornias que caigan de punta.
El señor está en su cuarto. Si pudiera concentrarse, leería, pero tiene la cabeza en otro lado. Algo me dice que anda en las cercanías del cielo.
El señor la dibuja en jardinero. Ha tomado una lapicera de entre sus apuntes y la ha dibujado. Eso quiere hacerle creer a quien quiera creerle. Eso no es más que un garabato, dirán algunos. Eso no se parece en nada a ella, dirán otros. Eso tiene algo de ella, la curvita de la nariz, no sé, dirá uno que otro. Eso es ella en jardinero. Lleva un bretel suelto y un pecho se le escapa. Un pechito con sabor al dulce de una merienda frugal.
El señor está en su cuarto. El señor tal vez duerma.
El señor tal vez deje caer en la mucha sonrisa la saliva que engrana los mecanismos con que se alimenta.
El señor en sueños toma una merienda frugal.
El señor sueña que deja huellas y las huellas son sus pasos húmedos en una tierra también húmeda.
El señor remolca un barquito de papel en un mar hecho de agua de lluvia. El señor lo empuja como la lengua a un caramelo de sabor mentol.
El señor está en su cuarto. Las paredes son curvas y avanza por ellas al tanteo. Buscala puerta y de la puerta, las llaves, y de las llaves la cara útil.
El señor sueña el sueño de los benditos.

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