Jade May Hoey

1974-2004

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17.10.05

Capilares

Y vengo a darme cuenta en este preciso momento de haber mencionado otra vez la palabra molestia y, si no mienten mis registros, lo hago por septuagésima octava vez en lo que va del año, lo que viene a ratificar el alcance de mi deformación profesional por un lado, y mi perseverancia para hablar siempre de lo mismo por otro lado que, de todos modos, viene a ser el mismo lado. La deformación habla de mi perseverancia. Y también mi formación, por lánguida que parezca. Decía la palabra molestia y vamos, que esta vez es para traer la noticia de una molestia menos: me he cortado el pelo. Y me lo hice cortar lo más corto que se puede guardando el mínimo de decoro que es prudente entre los de mi casta. Todo fue culpa de las estampidas que generó la visita que realicé este fin de semana a casa de mis padres (ya no digo más “mi casa”, aunque sepa que siempre lo será y que ese es mi reaseguro para persistir en esto de hacer las cosas como las hago). Eh, Mayer, que estás viejo, me dice el más viejo de los Mayer. O será que el viejo soy yo. También, dije yo entre dientes. Y nos dimos un abrazo. Tal vez por quedar en gracia con él, o con mi madre, que celebraba su día aunque yo me apareciese meses después con las manos vacías, fui al peluquero. Siempre es el mismo, desde hace muchos años; aunque él se apure a decir que me corta desde que nací, seré yo quien lo desmienta. Cambian los años, los pueblos, la necesidad que tiene uno de trabajar en algo que no le gusta ni medio. Cuando yo era chico, como no era hijo de fulano de tal, él jamás me hubiese cortado el pelo. Ahora lo hace gratis. No es que se haya dado vuelta la taba de un modo tan ostensible. Tampoco se lo he pedido yo, ni creo que lo haya hecho nadie en mi nombre, pero la verdad del asunto es que para algunas pocas cosas en mi pueblo soy un ejemplo a seguir, o un buen muchacho que está temporariamente lejos de sus padres y cada vez más ocupado por eso nos retacea la visita y cada vez que anda por aquí hay que tratarlo bien. Es una pena que no vaya más seguido. Si lo hiciera tal vez serviría de algo el masaje que le da a mi cuero cabelludo con miras a evitar la calvicie. Yo me río de esas cosas. Sé que no podré contra el componente genético así que no gasto una moneda en nada que me prometa morirme con todo el pelo. Pero tal vez debería invertir en algo para las arrugas que se me han hecho debajo de los ojos, que es algo que me molesta profundamente ahora que me veo más seguido al espejo no por narciso sino por la necesidad de peinarme a diario que ha renacido.

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