Jade May Hoey

1974-2004

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20.10.05

Acerca del maniqueísmo en la casta de los dibujantes

Una opinión está al alcance de cualquiera, eso está claro, a eso jugamos cuando nos decimos en democracia. El punto es que no podemos opinar válidamente sólo en base a información, si es que podemos llamar información a lo que se lee en la prensa escrita o se ve en los noticiarios de la televisión. La cuestión es un poco más compleja. Se requiere una buena cuota de formación para poder procesar la cantidad de datos que sólo enrarecen el pensamiento. No digo nada nuevo hasta acá, pero mal que me pese debo repetirlo tres o cuatro veces al año, generalmente exasperado por haber visto, escuchado o leido alguna tontería de parte de otro que se cree iluminado.
Esta vez leía con algún detenimiento la nota de un señor cuyo nombre he olvidado en un sitio que no enlazo por razones de política editorial(no le hago publicidad a sitios que alardean de honestidad intelectual y esconden los archivos con tal descaro).
El tópico era el discurso de los candidatos capitalinos con vistas a las elecciones que tendrán lugar este bendito domingo y le pondrán un punto y seguido a tanto despropósito junto. La endeblez de las palabras que mascullan los candidatos es tan pública y notoria como poco novedosa. Peor aun: da toda la impresión de que estamos en franco retroceso, pero hay elecciones, hay ocasión para elegir a unos y despreciar a otros. Basta meter un papel en un sobre y esperar que nuestra voluntad se junte con otras para arribar al veredicto.
Este señor se refería con afán cómico al discurso de un candidato obsesionado por el derecho de propiedad y ponía en ridículo a su oponente que, quizá estúpidamente al farol de los tiempos que nos corren, defiende otros derechos, tan válidos como el de propiedad. Más adelante conjeturaba sobre un tercer candidato, ponderando la posibilidad de que éste apelase a una ridiculez tal como pedir, antes de un debate con sus adversarios, que se verifique que no estén armados.
Se me ocurre que ha de ser la costumbre de lidiar con el lápiz contra un papel la que le ha hecho pensar a este sujeto que la vida toda transcurre en dos dimensiones, tal que proteger un derecho constitucional pueda hacerse sólo en demérito de otros derechos igualmente constitucionales. Si hay derecho a protesta, no hay derecho al libre tránsito. Si el estado reconoce propiedad privada, para qué carajo cobra impuestos. Si defiende la vida por qué permite que haya uno solo de los ciudadanos que pueda portar armas. ¿Pueden coexistir todas esas libertades? No sólo pueden coexistir. Deben coexistir. El estado debe velar por la protección de algo que no es sencillo ver en un dibujo ni en una función lineal con una variable independiente y otra por ésta determinada. Más sencillo sería, por ejemplo, proteger el interés de una mayoría, pero eso es casi lo mismo que proteger el interés de una minoría. Al conductor de los destinos de un estado y a todos los que lo secunden en su tarea, le compete el grave deber de hacer carne esa cosa intangible que es el interés público, algo tan complejo que no puede resumirse en consignas infantiles como "propiedad privada sí" versus "propiedad privada no" y cualesquiera otra que se planteen en los mismos términos.
Hay extensos estudios sobre la constitución nacional y en homenaje a la brevedad allí debería remitir a este buen muchacho antes de que le dé por meter en el medio a las canciones hippies que él escuchaba hace veinte años, pero sé que es eso una tarea inútil. Primero debería leer la carta magna y masticarla durante un buen tiempo para acomodarse al hecho político como una razón dinámica no como una charlatanería barata como decir que las canciones de Baglietto son una porquería.
Pero así son las cosas. Serás lo que debas ser o sino serás periodista. Y si no te pagan por eso, actuarás como si así lo fueras. Redactarás panfletos con la misma seriedad que se pone al tiempo de componer el horóscopo o la amenaza meteorológica para el día de mañana. Pondrás en el medio un par de frases rutilantes, hincharás el pecho por causas vanas.
Y el mismo empeño a favor y en contra de la literatura, a favor y en contra del amor, a favor y en contra de la política monetaria, a favor y en contra de los crímenes de lesa humanidad, a favor y en contra del funcionamiento del mediocampo de Tiro Federal de Rosario.
Así es escribir para un diario.
Mañana nadie te recordará.

Comments on "Acerca del maniqueísmo en la casta de los dibujantes"

 

Anonymous Anónimo said ... (20/10/05 07:25) : 

¿Así es escribir para/desde un blog también?

 

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