Jade May Hoey

1974-2004

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4.9.05

Rosario

Sólo supe de Rosario por un grupo de amigos. Como por arte de magia la recién llegada se había integrado a las mil maravillas y en alguna de esas reuniones multitudinarias que se dan a mitad de los cursados, tocó conocernos. Ni linda ni demasiado fea, si no fuese por lo avasallante su simpatía no me hubiese percatado de su existencia. Después supe tenía un auto bastante ruidoso y que vivía a un par de cuadras de mi casa, al pie de un barrio malevo, donde dos por tres habían asaltos pero el vecindario ya estaba acostumbrado. Por eso Rosario siempre volvía a su casa acompañada. Ya había entrado en esa etapa de la carrera en que las materias ocurren durante la función de trasnoche y la novedad del peligro que la circundaba la perturbó. Alguna vez me tocó a mí ser el acompañante y supe de cerca lo que era el miedo. No pasó nada de otro mundo, la que metía miedo era ella, o al menos decía las cosas de ese modo certero que llena vasos del temor. El auto, me contó, era de papá y mamá, que ya estaban grandes para conducir y era una picardía tenerlo guardado. Dicho de ese modo no pude evitar sentirme viejo. Tal vez la muerte fuese una cuestión de gradaciones y una noche cualquiera nos acostamos con incertidumbre, almohada y esposa para despertar al otro día desnudos a todas las certezas. Tal vez en ese desayuno el café fuese una amargura inmune a las tres de azúcar y se sienta bajo los músculos tensos de la mano una mancha de humedad que hasta ayer no estaba. Dice el albañil que es cosa de nada, romper un poco, enduido, una manito de pintura, oportuna además para darle luminosidad a este cuarto. Pero mañana es el cuerito de la canilla y hay una gota que da el salto mil veces y aunque el día sea llevadero, la noche es un infierno. El sueño no se deja acariciar y mucho menos tu esposa, mirá la hora que es y esa maldita gota que no deja de saltar. Y de puro caprichoso y por pensar en algo bueno que lo consuele, el quetejedi habla de los tiempos felices, cuando con una de azúcar el café era blando al paladar pero ahora ya no es así, no más café, dice el doctor que hay que cuidarse y también un poco menos de sal. Definitivamente todo es cuestión de gradaciones, eso pensaba yo, y también miraba a Rosario que debajo de los lentes que usaba para leer tampoco era linda y mucho menos con la ropa de entrecasa, porque siguió con el relato un poco a los gritos, mientras se quitaba los zapatos y se ponía más cómoda. San Julián es bastante feo, llega un día en que no soportás más el viento. Eso está bien, pero acá también hay viento, al punto de que por las noches, cuando quiero conciliar el sueño y no puedo, trato de hacerme dueño de todo el silencio y siempre queda un molesto viento que pasa por los agujeritos de la nariz, eso pensaba yo y no se lo decía, porque ella estaba tan contenta con Trelew y con los chicos que la trataban tan bien, incluso vos que, eso decía pero yo estaba en otra parte. Por qué acá y no en San Julián, que hay sede, son menos, no sé, no tenía cómo saberlo. De a ratos la escuchaba. Soy hija única, mamá y papá me tuvieron de grandes, fui muy buscada. Un día la nena se va, otros horizontes, esto tan chico me asfixia, algo así decía, que se lleve el auto, más uso le va a dar ella, sugiere tu esposa y vos le pusiste cuatro de azúcar al té, y de a poco uno se acostumbra a hacer todo con el brazo izquierdo, parece mentira pero tiene un vigor que antes ni en sueños, sí, vas a ver que va a conseguirse un novio, lo presiento, mirá si tiene ojos verdes. He tenido ganas de tomar su mano, pero era tarde, demasiado tarde.

Comments on "Rosario"

 

Blogger paula said ... (4/9/05 17:50) : 

dos cosas:
1) un hombre ha vuelto a engañarme, no te fuiste nada.
2) me ahorraste el viaje hasta allí.
y como no hay 2 sin 3:
3) enojate seguido que parece que te hace bien.

 

Anonymous Anónimo said ... (5/9/05 09:55) : 

Tal vez no sea el lugar, este comentario es independiente del escrito al que se vincula.
Jorge: eres un genio. Nunca pierdas de vista esa circunstancia..Solo hay que esperar el momento, la circunstancia esa que llega sin que te lo esperes, ese toque de suerte. Siempre luchandola, claro.
Y no son halagos gratuitos...bien sabes.
Que tengas un buen dia.

 

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