Jade May Hoey

1974-2004

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27.9.05

Lezama

Este era el patio de los Lezama, decía mi guía y a mí no me alcanzaban los ojos para mirar, no porque no estuviese hecho para mirar grandes trechos sino por el acentuado contraste entre la ciudad vieja y un pedacito de verde. Entre toda la edificación resaltaba la cúpula de una iglesia ortodoxa rusa, pintada de un azul impiadoso con la armonía y con unos interiores esquivos a la agenda del turista desprevenido. Nunca nadie supo, más que los feligreses, a qué hora es que ofrece la liturgia esta buena gente.
Las callecitas son estrechas. Se llaman, por supuesto, Venezuela, Chile, Balcarce, Defensa. Hay por todos lados anticuarios y es inexorable angustiarse sólo de pensar qué es lo que quedará de nosotros cuando ya no estemos, qué de este tiempo de descartables y malayos apto para decir nuestra voluntad de perdurar.
Esto era un conventillo para la servidumbre, alcanzo a oír, y las palabras poco tienen que ver con el desparpajo de los techos que empalagan a la vista con sus dibujos. Suerte que al bajar la vista a las paredes retornamos a la una tristeza que se deshace en capas y capas de tiempo y más tiempo.
Vestidos de novia, fotos de gente estupefacta ante la cámara que los retratará acaso esa única vez en la vida. Aquellas figuras son las que a Borges le gustaba mirar y hay que dar todo un rodeo para vencer el enrejado. Alguien lee, dos se besan desaforadamente, tres en plan de modesto bullicio y perros que tientan a la pateadura.
Demasiados nombres hay para calles que memoran la barbarie pero aún su suma no alcanza a enmarcar todo lo bárbaro que nuestra perseverancia nos dicta ser.
Vuela un pájaro.

Comments on "Lezama"

 

Blogger paula p said ... (28/9/05 10:59) : 

fander: los domingos tipo 17hs hay candombe, bu eno.

 

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