Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

3.9.05

Ladridos a la luna imperturbable

1. Recuerdo con algún cariño mis torpezas de principiante. Siempre seré torpe, la prudencia no es para mí, ni las prevenciones ni esas cosas que hacen del hombre un sujeto juicioso, con los pies sobre la tierra, perseverante esclavo de la sensatez. Cómo no tenerles cariño si eran las de un principiante y, por principio, todos los principios son carne de la enjundia, de la inocencia de pensar que lo que uno pueda hacer servirá de algo. Qué niño, qué encantadoramente niño que he sido, que lo habrán sido todos ustedes que ahora antes de pensar piensan mal, y cuando digo mal no me refiero a no pensar bajo el modelo aristotélico, que es lo más saludable que nos puede pasar a todos, sino a pensar que las cosas no son tan sencillas como se presentan, que todas guardan un metamensaje o que pretenden encubrir un pecado, que cuando digo “te quiero” estoy diciendo “te quiero pasar pal cuarto” y debajo de un “te quiero pasar pal cuarto” velo una declaración política.

2. Decía hace unos días, y por suerte se trataba de una frase feliz, que hay que saber leer la vida. De eso hablo cuando digo que estamos entrenados para malpensar, que en el fondo es mal leer, y entre cierta casta de la sociedad eso es imperdonable. Hablo de los escritores. Puedo decirle a mi madre que lee mal la vida y ella no va a entenderme, por otra parte no lo necesita: a ella le basta con que yo esté bien. Entonces si viene a casa sin aviso previo, apenas pasa el umbral de la puerta comprueba que en esta casa es muy difícil caminar, la he llenado de obstáculos. Hay cajas vacías, paquetes de fideos que se han resistido al tacho de basura, fajos de hojas manuscritas agarradas por un broche, otras por metallas, distintos colores de tinta, nada que puedan leer otros ojos que los míos. Jorgito, hijo, estás arruinado. No, mamá, apenas un poco confundido, quise hacerme escritor y en el camino enloquecí y ahora a mitad del río me atacaron las pirañas y no sé si trabarme en lucha con ellas o tratar de cruzar el río. Estás desquiciado. Te juro que nunca estuve mejor, tengo visiones proféticas, pacté con el diablo, el alma por tres novelas, mía es la gloria y viene llegando. Ay, hijo, las cosas que decís, te dejo unos pesos, cuidalos.

3. Mi madre es un lector muy básico de la vida. No está muy al tanto de las corrientes intertextuales, metatextuales, garchatextuales. No es tonta, sólo es madre y las madres leen la vida con pocas variables de análisis. Por madre le perdono todo. Ella me parió. Ella entendió mi mejor poema. Lo dije un veintisiete de diciembre, el calor del desierto rajaba la tierra. No me lavaron bien los ojos. Gaby, tuviste un cieguito, le dijeron, y el cieguito gritaba como un marrano, tal el comienzo y final de mi carrera como poeta. Juro que yo no sabía nada, de lo contrario hubiese reclamado atención como es debido, por qué a otros sí y a mí, si soy el bebé más bonito del planeta. De hecho lo era. Ojos verdes de párpados a media asta, pelusa en la cabeza, pelusa en las mejillas. Piel de durazno. Otros, tal vez, leyeron una queja, pero ese era mi poema, el mejor de todos los que dije, el único.

4. ¡Me preocupaba gustar! ¡Qué estúpido!
Daniel Massei no me deja mentir. ¿No estamos obsesionados con el deseo de gustar? ¿La ecuación es gusto, luego existo? Eso pregunté. Disfracé mi cobardía en el plural. Tuvo que pasar el tiempo para que empezara a encontrar dónde pararme. Cuando me invitan a fiestas suele pasarme eso: no sé dónde pararme, o tal vez sentarme, ni cuánto es lo que ha de beberse conforme al protocolo en vigencia, ni a qué mujeres puedo dirigirme ni mucho menos en qué términos. No es extraño que prefieran otros invitados a la reunión. Es preferible ignorar a los que no se portan bien antes que echarlos a patadas. Sino pasa que me encurdelo como para pelear por el título ecuménico y le quiero soplar la dama al dueño de casa. Si me pegan, que merecido lo tendré, voy a pensar que soy el salvaje macho latino y que nadie se resiste a mis encantos y que por eso conviene castigarme. Si no me dieran bola, pero ni un poquito, ¿eh?, cabría concluir que hice las cosas muy mal.

5. Porque si la cuestión fuera conquistar, la ecuación es más sencilla de lo que parece. Ahí lo tenemos a Amartino, que nos enseña cómo conquistar el mercado asiático y nos exhorta a enlazar weblogs de todo tipo así las corporaciones le pierden el miedo al medio (o el medio al miedo, algo así); o a Casciari que nos da una pequeña clase de mercadotecnia sin cobrarnos un centavo, y habla de “los escritores que dominamos el blog” y de una eventual “fuente de trabajo”, equiparando en dos párrafos (aunque, nobleza obliga, esa actitud es coherente con toda su vida) a la literatura con la venta de chacinados; o la gente grossa de los tp, que antes educaba presidentes y ahora manifiesta cierta tendencia a despreciar los archivos y los permalinks (don´t worry, yo todavía me acuerdo), juntando en un mismo párrafo a un tenista procesado por dopaje con un obispo homosexual descubierto en plena tirada de goma. El tipo es periodista así que eso le da chapa para hablar con autoridad de lo que quiera siempre y cuando nos deje un par de sentencias irrebatibles, memorables aunque la memoria dure sólo un día.
Y me da fiaca buscar más ejemplos. Seguro que hay muchas maneras eficaces de gustar de una, de imponerse a primera sangre, de ser amo del éxito sin tener necesidad de ponerse en el ojo de un huracán que nadie ve.

6. Y hablando de huracanes, se me acaba de ocurrir otra manera. El amigo W no llegó por arte de magia a la casa blanca. Un tiempo antes hubo un grupo de intelectuales (no de intelectualingos como los que acabo de nombrar pero mismamente cipayos) que allanó el terreno, instaló en las academias la idea de guerra preventiva y todas estas yerbas. Operaciones de ese tipo se suceden a diario y ante nuestros ojos azorados que prefieren no verlas, tal el malsano efecto de la costumbre. No pensemos en ocupar una butaca en la mesa en la que se delinean los destinos del planeta, sino en algo un poco más modesto. Es sólo una cuestión de escala. Se paga bien. Hay puestos en sede diplomática, euros, yo qué sé, salir en la televisión.
“Si hasta pasa por un blog cualquiera”, diría Casciari, maestro que ha llevado la picardía criolla a la madre patria. Y si copia La guerra y la paz, la hace blog y la vende a la televisión ¿dirá “si hasta parece una obra de la literatura clásica”?

7. Desde hace unos días no puedo dejar de pensar en León Gieco (N del R: mediocre cantautor argentino). Lo han llamado a declarar de un juzgado por supuesta apología del delito. Escribió una canción (no la escuché, por suerte) en la que trata un tema urticante. Una muchachita violada eligió asesinar al bebé que tuvo de esa relación no querida. Hay cárcel para ella y libertad para el violador. Todavía la sociedad argentina no está preparada para debatir el tema del aborto, entonces, en vez de pensar en la injusticia que se comete con esta chica, llevamos al cantante a tribunales. Lo que en realidad me obsesiona, fuera de la pena que me produce la piba, es que el asunto salga ventilado en una canción. Es que los libros, quiero decir los intelectuales, ¿no se ocupan de esto?. Tal vez sí, supe hace poco de una obra sobre el asunto, claro que nadie piensa en censurarla ni acusar al autor de ninguna apología. ¿Es esto la libertad de expresión de la que se habla a menudo? Ojalá pudiera decir que sí, pero me parece que nadie leyó el libro. Nadie lee libros. Desde hace años. Y los escritores, en vez de pensar en reconciliarse con el lector (escribiendo, y mucho mejor de lo que lo hacen ahora) le ladran a la luna siempre indiferente. Bovary y el Quijote no pidieron un lugar; se lo ganaron. Con buenas armas.
Por última vez, y con esto cierro mi intervención, ¿quiénes son los bárbaros?

Comments on "Ladridos a la luna imperturbable"

 

Blogger Daniel said ... (3/9/05 18:04) : 

No, yo te dejo mentir. Quien no se lo permite sos vos que es muy distinto.

Hay dos cosas en esto, diversas. En uno de los enlaces, el de Casciari, yo no lo tengo tan leído la verdad, siempre me provocó rechazo y desinterés, pero esto a lo que mandás me parece de un grado de honestidad interesante sobre todo cuando se refiere al marketing. Se inventó un trabajo, que le vaya bien, yo creo que literatura es otra cosa pero esto ya es una cuestión filosófica. Aplicar el marketing y lo que sea en función de un espectáculo televisivo, qué sé yo, no es algo que pueda catalogarse de muy revolucionario, me parece. Bien por él, no me interesa el tema.

Después con respecto al reclamo del escritor, esto que llamás ladrarle a la luna, no estoy seguro que esté mal. Quiero decir, en todo caso hay claramente gente que exagera en el reclamo (y por lo tanto lo transforma en vacuo), pero necesariamente para mí debe haber una postura reclamativa. La elección de ser escritor en algún punto no es más que una elección íntima y personal, por lo tanto de no ser acompañada por una actitud de reclamo nadie más se enteraría y uno podría vivir toda su vida cajoneando sus escritos, casos de los que hay millones. Que quede claro además, que también a través del texto se reclama. Y que, en cualquier caso, un reclamo sin texto que lo sostenga (casos de los que también hay millones y millones dentro de este micromundo de los blogs) es una soberana estupidez.

 

Anonymous Anónimo said ... (4/9/05 03:50) : 

Jamás comenté hasta ahora en este blog, y de hecho es algo que hago muy de vez en cuando por regla general. Pero aquí va, de todas formas.

Me pasa que últimamente te leo y a veces no sé si lo que escribís es una crítica con lo que desacordás o simplemente una autocrítica, y por alguna razón la línea que separa ambos lugares se me torna difusa. Como me pasa últimamente que también tengo otras piezas de tus posts y no logro hacerlas encajar del todo: ser escritor, ¿es un oficio de segunda? es decir, ¿de día nos ponemos la corbatita o el overol y nos ganamos el pan del día y de noche hacemos Literatura anti compra-venta en la web? Porque tener un blog y no marketinearlo es muy fácil. De hecho, no hace falta hacer nada. Lo difícil, por el contrario, sería montar todo el aparato de la promoción y hacerlo que trabaje en forma eficiente. ¿O será que por alguna razón que se me escapa mirás solamente a esos pocos que están arriba en popularidad y se les ve un billete (o una intención de billete) en el bolsillo? ¿Qué sigue luego, una crítica feroz contra los blogs de Microsoft, McDonals y Coca-Cola?

Volviendo al principio, como lector tengo esa sensación de que le estás ladrando a la imperturbable luna. Dejate de joder, con todo respeto. No sé que habrá tras esas riñas personales ni tampoco me interesan, y tal vez, quizás, no sea el único lector que piense de esa forma. Sólo espero volver a leer pronto esas simples historias sin vueltas ni más por las que para bien o para mal, día me hice lector tuyo.

Déjese de pavadas, y no se me distraiga.

Que no decaiga.

 

Blogger Omar said ... (4/9/05 11:29) : 

Pensar, no es ninguna pavada.

 

Anonymous Anónimo said ... (4/9/05 16:04) : 

Estimado Fabián:
Erigí una patria sobre la línea difusa del "digo", "te digo", "me digo", "les digo".
Lo que sale aquí publicado no tiene ninguna intención edificante, aunque tampoco podría decir que sea pasatista porque aprovecho el pasatiempo del que viene para clavarle alfileres. Cada quien le da el sentido que mejor le place.
No me gusta involucrarme en estos enredos. Tampoco me gusta que el que vive en el piso de arriba orine mi departamento.
Por suerte la mayoría silenciosa de los lectores no necesita de estas bataholas, pero a veces me veo obligado a poner de manifiesto eso mismo, que lo único que vale es lo que está escrito, que nos estamos muriendo y todavía a algunos nos toca la gloria de que alguien nos regale tres minutos.
Ahí me paro yo. Sí, a ladrarle a la luna imperturbable.
Gracias por la lectura.

 

post a comment