Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

29.8.05

Cuervo

Entre nosotros ha pasado el cuervo. Tal vez dentro de él no haya maldad o quizá sea cierto lo que me han contado afuera: es un larva más, uno del pelotón. Antes decía que era conserva y andaba de acá para allá con el subsecretario de Infradesarrollo Económico y ahora se colgó del miserable que han puesto al frente de Salubridad y como no sirve ni para secar guano al sol lo trajeron acá, con nosotros, dentro de lo posible en la asesoría letrada, que es donde se supone que menos estorba. A mí se me hace cuento que tenga tanta llegada. El que la tiene se ahorra la molestia de concurrir todos y cada uno de los días a estos recintos donde jamás pega el sol. A esos se les reserva una asesoría de gabinete y se dan una vueltita a la semana, como quien no quiere la cosa, revisan que esté todo en orden, hacen un poco de pasillo, carpetita en mano, en la antesala de algún despacho importante. Dentro de su código de comportamiento se prevén severísimas sanciones para el caso en que osen saludar con amabilidad a alguno de la cuadra. No, el gesto circunspecto, la mirada ida en la arquitectura del lugar o, mejor, en la carpeta de tapas transparentes que rigurosamente han de llevar a todas partes. Es evidente que nuestro viejo y querido cuervo no da el nivel para tanta carpeta. Resulta inútil hasta como cadete. No conoce el nombre de las oficinas, ni se ha hecho amigo de las recepcionistas, ni guarda el menor registro de los trámites de rigor. Nada. Es sólo un bigote debajo de una mirada esquiva, agazapada. Ni las canas lo han transformado en un tipo que alguien se tome en serio. Hay algo de él cuando camina. Lleva el cuello un tanto encorvado hacia delante, como si instintivamente la cabeza quisiera guarecerse de algo que no aparece. Por lo demás, me da un poco de lástima. Es feo ser fumador y no tener fuego, en realidad, es un tanto degradante tener cigarrillos y no tener fuego, porque el que anda sin encendedor podría haberse comprado uno a un tercio de lo que sale el tabaco. No contemos el caso en que el encendedor nos deja a pata de improviso y no tenemos repuesto, que llegado el caso también nos expone a la humillación de pedirle fuego a otro. También es cosa del instinto. Si alguien me pide fuego y trae el cigarrillo en la mano, de inmediato pienso que acaba de encarar a alguien para mangarle tabaco y sólo por no ser cargoso con su benefactor no le pidió también fuego. Cuando éramos chicos decíamos en casos así: ¿no querés que te lo fume o que te dé un pedazo de pulmón? Visto así, no me sorprende que también vaya a todas las oficinas de Educación a llorarles la carta por sus hijas universitarias. Eso: me dio un poco de risa leer su curriculum vitae y comprobar que tenía tres hijas universitarias, así y asá. A lo que hemos llegado que un rata que pide trabajo saca chapa con los logros de sus hijas. Sí, becas para las nenas, yo siempre estuve con Dardo, soy de la primera hora. Cuando nadie creía que llegaría a ministro, yo le puse el hombro y hay en el yo un énfasis inusitado como si dijese yo que nunca hice nada, aposté todas mis fichas por él. Cómo es que no me van a dar unos pesos por las nenas. No pude evitar pensar todo eso cuando lo vi venir por el pasillo. Yo estaba en el rincón que me pertenece, viendo la lluvia retirarse de los charcos, maldiciendo por la humedad que me trae dolor de muelas, casi a punto de gritar. O de llorar. Por primera vez le devolví el saludo, le vi el pucho en la mano derecha y le ofrecí fuego.

Comments on "Cuervo"

 

post a comment