Jade May Hoey

1974-2004

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9.8.05

Cómo me hice sicario

Mis amigos más entusiastas esperan encontrarse en breve con alguna novela mía en las vidrieras de Ediciones Morón, la única librería de Trelew -bah, debe haber otras pero esta queda camino a mi casa-, sin embargo tengo que confesarles, no sin un dolor que me carcome la entraña, que en lo inmediato habré de defraudarlos con la misma pertinacia que ya me conocen. No obstante, y para tranquilidad de toda la vecindad, me vendo a la mejor oferta, soy capaz de salir a matar si alguien paga lo suficiente.


Lo suficiente, vale la aclaración, es, al menos en este momento, de carácter "alimentario", tal el calificativo feliz que un profesor le propinó a estas tareas insanas. Tal vez en el mediano plazo, digamos a fin de año, me dé por alguna ambición suplementaria y quiera cortarme el pelo, renovar el guardarropas, comprarme unos libros, algún mobiliario elemental para el escritor en ciernes y esas pequeñas cosas que hacen felices a las ratas literatas.


En este orden de cosas, y ante el reiterado reclamo de mis amigos residentes en Buenos Aires, tengo que anotar acá mismo que no estoy en condiciones de asistir a las mesas redondas patrocinadas por Guillermo Piro que tendrán lugar en el Centro Cultural Ricardo Rojas durante el venidero mes de setiembre.


Todos los hombres tienen un precio y no seré yo la excepción, pero sepan que sobornar a mi buena voluntad es mucho más sencillo que el corriente. Apenas si necesito un trabajo. No padezco enfermedades graves ni me tiembla el pulso para desempeñarme como administrativo o incluso tratante de blancas, traficante de armas, o de drogas, o de esclavos. A menudo suelo ser simpático y soy capaz de no beber alcohol por semanas enteras. Redacto con relativa pericia y mi capacidad mental de cálculo matemático asombraría incluso a un primate.


Escucho ofertas. Desde ya, muchas gracias.

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