Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

19.7.05

De proximidad y otredades

En la limitada capacidad para el elogio hay una pequeña muestra de el estrecho que puede ser un modo de pensar. Quien quiere llegar a otro con una palabra cordial, gratificante, efectivamente afectiva, se ve la propia hilacha remedando (¿por qué no remendando?) lo que ya dijo alguna vez.
Sos como me gustaría ser si fuera mujer le dije y por esa vez estuvo bien. En la frase se olía algo más que mera cortesía y a la par no significaba la gran cosa. Después de todo, ¿qué significa «si yo fuera mujer»? ¿Se trata sólo de imaginarme con otros órganos genitales? ¿O también de perder en el camino los modales, la memoria, las intuiciones, la cortedad del pensamiento?
En efecto, cada quien tiene para sí un destino y sólo ése, de suerte que amarrar en otro puerto implica aproximadamente ser otro. Y sin temor a empantanarme diré que cada individuo no es otra cosa que el producto de una combinatoria de una cantidad finita (pero desconocida) de factores. La alteración de esos provoca distintos grados de otredad y la amistad es una función que abarca un arco de otredades.
Apartémonos del sendero seudo-matemático para introducir una perspectiva más estrecha que amplíe la mirada.
En materia de escrituras está claro que la amistad se funda sobre relaciones de parentesco, un parentesco que en la mayoría de las veces se entronca con una cualidad que goza de pésima reputación: la envidia.
Un autor envidia de otro un texto, sea por su vocabulario, por el tino en el abordaje, la justeza en el tono, la originalidad de los materiales. Ese tipo ve en el otro un competidor con el que, en acto o en potencia, se disputa el pan y sin embargo prefiere ver en la obra codiciada la refutación de una imposibilidad y en su enemigo, un hermano.
Entonces no hacen falta los reglamentos que preceptúen qué vivencias han de ser las que forjen una amistad. Tal vez la amistad más perfecta ocurra en silencio, sin reuniones ni protocolos, por la sola sospecha de que cuando no tengas lugar en el cuero para otra cicatriz, allí estará ese otro que vos no pudiste ser.

Comments on "De proximidad y otredades"

 

post a comment