Jade May Hoey

1974-2004

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27.3.05

Breve noticia acerca del autor

Los lectores de este espacio son mis amigos. Algunos, varios, me acompañan desde la propia génesis de este arrebato textual, otros vienen por el capricho de los buscadores o los amables enlaces que han hecho otros sujetos, con los cuales comparto el gusto por las bellas letras y por la tentación de registrar en este formato una suerte de literatura viva, en contraposición a la gran literatura, la que reside en los libros. Este camino, como la vida misma, es el territorio que media entre un hola y un chau, o entre muchos holas y muchos chaus yuxtapuestos. Estos azares y un recuerdo me han hecho pensar que quizá sea buena hora de que me presente en sociedad. El recuerdo es apenas un avatar de la memoria de mis lecturas alternadas y fragmentarias: Bourdieu decía [a propósito de la sociología] que no siendo posible la objetividad, el mejor modo de ejercer la neutralidad era decir desde qué lugar habla el autor. Supongo que aclarado ese punto esos amigos que no saben casi nada de mí quizá se encuentren con una lectura más completa.
Me llamo Jorge Mayer. Nací hace 30 años en un pueblo patagónico llamado Sierra Grande, erigido en derredor de un yacimiento minero, que explotó durante un par de décadas el estado nacional y que en los interminables años 90 cerró sus puertas, condenando a la población a un desordenado éxodo o a la resignación de habitar un pueblo fantasma. Mis padres se enrolan en este último grupo, de modo que he constatado que Sierra sigue la suerte del país, pero con diez años de anticipación.
Nunca se manifestó en mí una vocación por algo concreto. Mis conocidos dicen que podría haberme dedicado a cualquier oficio con similar solvencia. Tal vez ese don me hizo perder tempranamente casi todas las pasiones. Una tarde, hace no demasiado, me di cuenta de que si algún día me hago escritor no será precisamente porque me acogen amablemente desde ámbito, sino porque me han expulsado de todos los demás.
No tengo formación en letras y hoy mismo no sé si empezar a estudiar una licenciatura o continuar siendo un autodidacta clandestino. Tampoco participo de círculo literario alguno. Quizá haya muchos escritores en Trelew, yo sólo le estreché la diestra a uno –autor de más de un libro– que es mucho peor que yo, lo que ya es decir. Mi relación con los libros es reciente. Crecí en una casa sin biblioteca y he conocido centenares de personas que han sido felices sin haber leído un libro jamás. Sin embargo, desde niño soñaba con cajas llenas de libros para mí, los deseaba más apasionadamente que lo que debe desearse a una mujer. Cuando pude comprarme libros los preferí a la mayoría de mis amistades, a la estabilidad afectiva, a tener mascota, a la higiene de mi hogar.
Me gusta escribir pero nunca he publicado nada, excepto esta bitácora que ha crecido junto con mis vaivenes y me ha dado ya el mayor premio al que un escriba pueda aspirar, algo tan grande que mi pudor me impide escribir ahora mismo.
Tampoco creo que pueda vivir de lo que escribo [en vano me han ofrecido ser creativo publicitario para una agencia y aguafuertista en un programa de radio]. El acto de la escritura es para mí un vicio y no hay modo de sacarle a los vicios otro rédito que no sea el mero placer. Tampoco me imagino condenado a escribir por el yugo de un sueldo o de un porcentaje en eventuales ganancias. Es un vicio caro, en el sentido de que voluntariamente he renunciado a muchas cosas para tener más tiempo ocioso para leer. Es un vicio peligroso: a causa de él rondó en mi cabeza la idea de quitarme la vida, pero a diferencia del tabaco, que un día acabará por matarme, fue también el madero que me rescató de aquel naufragio.
Me gusta la literatura porque es un arte que viene perdiendo terreno ante el avance tecnológico. Es más sencillo ver películas que leer libros. Ha de ser más simple mostrar una imagen que edificarla sólo con palabras mudas, pero mi batalla favorita es la de Vuelta de Obligado: nos cagaron a tiros pero no arrugamos.
Quisiera ser como Felisberto Hernández, una máquina de mirar y decir, una máquina míope y estrábica de mirar, apta para decires sencillos, amable con aquellos que creen que la literatura es algo demasiado solemne como para hacer feliz a alguien. Me gustan los escritores malos que abren el juego antes que los académicos que forjan un ghetto para iniciados.
Todos los textos de este sitio están redactados en caliente, no tienen ni pre-producción, ni post-producción, son para su consumo inmediato, no resisten mayor análisis. No me sale otro modo de escribir que éste: sucio. Quizá la mano se me ablande con el tiempo y depure el estilo pero eso no está dentro de mis prioridades. Si pudiera planificar una evolución, el siguiente paso sería cultivar la brevedad: usar las palabras como recipientes y cargarlas hasta el borde con pólvora, lograr la complicidad del lector al punto de convencerlo de que es más de la mitad de la relación literaria y una vez alcanzado ese estado de gracia, hacerlo reventar como un sapo. ¿Podré?

Comments on "Breve noticia acerca del autor"

 

Blogger Tani said ... (26/6/07 03:36) : 

Hola Jorge, no sé por qué no te había encontrado antes en la red ni mucho menos por qué viviendo vos en patagonia y yo también no tenía noticias de tus textos que me gustan mucho. Saludos, Luciana

 

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