Jade May Hoey

1974-2004

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25.2.05

dios está en otra parte

Después de una mala noche no puede, no debe, haber peor noticia que un despertador aullando desvergonzadamente. Es cosa de encender las luces y la radio para escuchar las noticias del día en la radio y comenzar el proceso de deshacerse de la modorra. Hoy peor que el despertador fue darme cuenta que de que le había llegado la hora de irse a Pappo, de una manera completamente absurda, pero qué más da. El asunto es otro. Con él, además de una gran parcela de mi adolescencia entre guitarras y vino tinto, se fue un referente. Seguramente él no querría obituarios llenos de flores pero se lo ganó. Más allá de su talento como guitarrista era portador de una actitud. Si el tiempo suele ser ingrato con los seres humanos, hay que decir que la ingratitud alcanza altas dosis cuando el involucrado es un músico de rock. Y cuando digo esto, estoy pensando en que a ciertas fotografías es mejor que no las arrugue el manoseo al que somos tan afectos, ni el tiempo.
Pappo fue un símbolo, acaso el último, de una época en que lo que importaba era la música y en tercer o cuarto plano quedaban zonceras tales maquillajes, fuegos de artificio y posturas políticas. Para tranquilidad (o inquietud) de nuestros padres, quienes abrazamos su fe de rocker no lo hicimos guiados por la larga mano de algún gerente de mercadotecnia. Dicho de otro modo: nosotros creíamos en dios y nunca le dimos mucha bola a las iglesias y a los alardes de tal y cual.
Lo cierto es que el lugar es otra parte, quizá la casa con diez pinos que de otros tomo prestada, vecino a Luca y a Miguel y a apostar quién es el rey.
Hasta otra, Carpo.

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