Jade May Hoey

1974-2004

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10.1.05

domingático

1. Qué haré de día que despierto por las mañanas con la espantosa idea de haber estado de viaje por un paraje plagado de indecibles peligros. Qué haré de día. Será cierto que el sueño es el metabolismo del cerebro y cada una de esas imágenes inconexas son el fruto de la vigilia, de los malos pensamientos que ya sobradamente me he jurado no repetir? Yo no lo sé bien. Acaso es una facilidad religiosa la que me impulsa a caerme con las culpas de esos viajes cuando no son de mi agrado, pero ¿hasta qué punto me está dado decidir sobre ellos? Y cuando digo decidir me refiero a controlar al mecanismo antes de que se vaya de madre y me encuentre, sin remedio, gritando en el medio de la noche sin esperanza de que alguien me consuele.

2. Qué haré de día que despierto y lo primero que miro son mis manos. Están en su lugar, son hermosas a su modo, proporcionadas, simétricas. Y todo el resto también está allí, al alcance de ellas y de mis ojos, que aun no se deslían de la modorra. Y todo es tan bonito como cuando apoyé la cabeza sobre la almohada y con algo de esfuerzo y al tanteo giré la perilla de la radio hasta dar con esa voz que corre la suerte de ser hoy mi canción de cuna. Y lo bello es que todo sea orgánico, funcional, una verdadera maravilla de la ingeniería biológica.

3. Dos manos, dos pies, dos ojos, y dos cejas, dos orejas y unos cabellos vecinos de unos ojos al tono. Una voz que es un instrumento que tomé prestado de alguna orquesta y se deja moldear sin oponer resistencia y también la posibilidad de oír su melodía. Si sólo fuera capaz de administrar su cadencia, su entonación, sus silencios, quizá fuera un hombre de fortuna y la gente me pararía por la calle para darme sus salutaciones o incluso contra mi voluntad tirasen de mi saco para arrancarme algún improperio por aquello de que una sola palabra tuya bastará para sanarme.

4. Pero el que busca sanarse en realidad soy yo mismo y en esa vanidad se me escurren muchas mañanas y algunas tardes, si es que el sol no pega tan fuerte del lado del comedor, pero no doy con la panacea. Tal vez por eso, antes de que se me escurra la mañana de hoy, verifico que la maravillosa obra está en la casi ruina. Hace ruidos desagradables y por poco no larga humo, aunque no soy dueño de decirlo en voz alta por temor a convertirme en profeta de mi propio destino y si algo soy capaz de adivinarme es que el mañana marcha en rigurosa desventaja con el ayer.

5. Cerveza en mi caso es mucha cerveza y anoche más que en ninguna ocasión dejé que ella me bebiera hasta quedar yo preso de sus fauces. Me atoré a la altura de la tráquea de la botella y hubiese querido contar con brazos y piernas desmontables para echarlos a ellos por delante pero, en efecto, quedé atorado y acalorado y no hay quien diga que la cerveza es fresco para hoy y fiebre para siempre. Cómo es que son hábiles de meter barcos aquí dentro y yo soy una boca que dice fiebre y combustiones fallidas.

6. Por eso es que la caldera se hace un calefón, pero un calefón de segundo orden, alimentado de energía eléctrica, el imposible amor del agua y la corriente se guarece en una lata que termina en un grueso cable. Pero ay de mí la buena hora en que la lata se oxide y ceda y las gotitas salgan por la deforme hendidura que van dando los años antes que por la flor de regadera que escupe música sobre las cabezas enjabonadas.

7. Saberme yo mismo un agujero lejos de confortarme me atormenta. Es que hay agujeros imponentes, monumentales y los hay simplemente molestos, inexorables. Yo soy de estos, cumplo mi función de agujero pero hay quien ha dicho: para molestias, mejor las grandes. Ilusos. No se dan cuenta que el agujero es más fiel que el mal aliento y no permitirá que nada se almacene donde alguien lo planee. Me declaro libertario de las substancias. Que todo caiga donde la providencia prefiera, que para eso es sabia y no todos ustedes que dormitan por las noches pensando que cuando el sol los convoque a la nueva brega todo estará en su lugar.

8. Tengo miedo de ser y jamás haberme dado cuenta.

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