Jade May Hoey

1974-2004

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30.12.04

Diciembre es un mes abominable

1. En el sur del mundo empieza a apretar el calor y aunque la gente quizá exagere en sus diagnósticos bien puede ser cierto que el sol de hoy es mucho más dañino para la vida que el de hace veinte años. El caso es que cuando llega el calor simplemente llega. Sin demasiado introito el verano se abate con toda su virulencia sobre la muchachada que no conoce qué es eso del aire acondicionado y ni siquiera fue capaz de separar unas chirolas para comprar un ventilador.
Cualquiera que viva en una ciudad que no sea vecina a una playa entiende de lo que hablo. El calor nos acorrala, nos altera los horarios, el régimen alimentario y de ingesta de bebidas alcohólicas, sólo que hay que seguir enfrentando gran parte de las actividades cotidianas y el cuerpo ya no responde con su acostumbrada eficacia a las órdenes de un cerebro un tanto afiebrado.
Por si fuera poco, el último mes del año representa para los individuos la condena de verse ante la imagen que les devolvía el espejo hace apenas un año y es triste notar las diferentes formas de pauperización, los objetivos incumplidos, la misma vestimenta que pide a gritos la jubilen. Entonces hay un instinto desesperado por recuperar el terreno perdido durante once meses. Quizá con algo de diligencia y convicción el resultado no sería para despreciar, pero no, la verdad es que el mes útil tiene apenas un par de semanas. Las festividades de fin de año, haya o no generosos asuetos, transforman a esa época en un jolgorio lleno de brindis por puro compromiso con la hipocresía que estilamos emplear en nuestros ámbitos laborales y, aunque no se note, el solo hecho de impostar la alegría genera un alto consumo de energía. Y si a eso le agregamos un par de feriados inoportunos (en Chubut el 8 celebramos la Inmaculada Concepción de la Virgen y el 13 es el día del petróleo, como puede observarse, se trata de tradiciones próximas a caer en desuso), el frenesí de querer terminar con todo, y terminarlo bien, que salga barato y sin heridos conduce a la locura de reducir las horas de sueño que naturalmente son menos porque las noches de verano, como es sabido, son seducentes en sumo grado. Y así el otro día es más difícil, más sofocante, más inútil que el anterior.
El que no se conforme con este modo de vida puede añadir algunos accesorios sin mayor gravamen, por caso ponerse triste por aquellos que nos han abandonado este año, salir en vertiginoso raid de compras de ornamentos navideños, regalos, implementos relativos a las vacaciones, o bien autoflagelarse planificando las cosas que habrán de frustrarnos el próximo año.


2. Alguna de estas cuestiones me han tenido alejado de la bitácora aunque no me han faltado ideas para escribir, por suerte la cantera goza de mi buena salud, bah, de una salud mejor que la mía. De manera que la aparición que hago hoy es al mero efecto de saciar las ansias de leer algo que tienen esos cinco que vienen todos los días y se están aburriendo de la misma aventura cordillerana.


3. Por si fuera poco, en diciembre me toca cumplir años. Treinta fueron esta vez, aunque en realidad no es que me caigan treinta de golpe sino que ya tenía veintinueve y se supone que es dable festejar el haber acumulado uno más. Sin embargo no festejé. Por las razones antes comentadas prefiero estar lejos de la gente así que el día 27 trabajé como cualquier día (parece mentira, siete años ahí y nadie me saludó por esta fecha) y a la vuelta aprovisioné la heladera de cerveza pensando el que cae, cae. Y en efecto, vino un amigo, me trajo un regalo, disfrutamos de la compañía cervezal y apenas que se había ido me di cuenta que, entre mis amigos, es el de menos memoria, y sin embargo…


4. Si no fuera porque debiera apelar a un vocabulario que no es de mi agrado, me gustaría mucho contarles en detalle cómo es que se vive el día de cierre del ejercicio presupuestario en una oficina pública. Baste decir que el presupuesto es una ley, que supone una autorización para gastar, que caduca el último día del año. Así que las últimas semanas se trata de reventar todo lo que pudiere quedar como saldo. Con más rigor técnico, diré que se trata de reventar todo. Y para más que, mal que mal, todas las reparticiones estatales están involucradas en alguna pelea con otra por ligar unas monedas más en la repartija. Entonces, a falta de mayores datos sobre el desempeño del contendiente, cada punto porcentual de ejecución puede ser vital. Sí, hay que reventar. Y si por esas cosas de la vida no podemos meter un par de importaciones, cotizadas en euros, se hacen las tres de la tarde, estamos comiendo pizza con algo de desgano, con una amargura incalificable. Metimos más de dos mil órdenes de pago; faltaron dos. ¿Adivinen de qué vamos a hablar el lunes? Naturalmente buscaremos responsables, iniciaremos un juicio sumario, exoneraremos algún inocente y entregaremos medalla y diploma a todos los culpables.


5. A papa noel le pedí el libro de Cavazzoni pero todavía no he tenido novedades.


6. En el colectivo leo Alicia en el país de las maravillas y la gente me mira de costado. Una hora de viaje cada día amerita llevarse un libro aunque desgraciadamente llevarlo no suma puntos a la hora de forzar charlas con alguna señorita. De todos modos, no creo que pueda terminar con la lectura este año. Como este blog, como la felicidad, como todas las cosas, quedará para el año que viene.


7. Les mando un abrazo a todos y mis mejores deseos para el 2005.

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