Jade May Hoey

1974-2004

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6.11.04

Yo aprendí qué cosa era el Renacimiento una tarde de sol como esta en la casa del sordo Miro. Tantos años había convivido este pobre infeliz con el silencio que se sabía de pe a pa las minucias de la vista que a nosotros, los otros, nos llevará años descubrir. De puro inquisidor que soy lo encaré de frente manteca para que me obsequiase un poco de eso que a él le sobraba. Estoy seguro de que algo de mí lo indujo a la duda, se calzó el auricular para escucharme mejor, acaso para -llanamente- escucharme, lo que me obligó a repetir pelos y señales de mi grito desesperado: qué, cómo, por qué.
Le sobra serenidad. La habrá adquirido, supongo, en la contemplación del resto, de la complacencia con el apuro y el soslayo por aquel detalle trivial en el que descansan teovisiones que caben en una sola palabra.
Me lleva a su baño. Es modesto pero reluciente y me atrevo a pensar que un dejo de sarro en un azulejo no le hubiese sentado del todo mal. Me hace mirar con detenimiento el inodoro y presiona el botón. Ahora imaginate que ahí cae toda la basura que a tu cuerpo no le sirve. Pensá en el sencillo acto de sentarte y dejar que la fuerza de gravedad haga lo suyo con todo eso que a tu cuerpo no le sirve. Este botón desata la maravilla del agua que se lleva todo. Si después de observar este mecanismo todavía pensás lo que pensás es que no tenés cura.

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