Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

9.11.04

¿Habrá que despedirse? ¿O será cierto que ir dejando adioses, colgando calificativos, prometiendo reencuentros, venganzas, rencores, afectos es clavarse agujas inconducentes?
A mí me gusta despedirme con excesos. Cada tarde dejo mi trabajo diciendo hasta siempre y cada tanto hay algún sorprendido que me pregunta razones. Yo suelo alegar que nunca sé cuándo me voy a morir y que vengo haciendo sobrados méritos en eso de maltratar mi vida así que creo en la conveniencia de la despedida generosa, acorde a tamaño evento. Ahí ya paso a ser un loco de atar que dice cualquier cosa pero en cierto modo soy demasiado conciente de mi andar contingente.
Si mañana yo no fuera a estar y hoy no me hubiera despedido así sentiría que fomento vanamente una esperanza de continuidad en la que no creo.

Esto se lo debo a otro tiempo de mi transitar en los rincones de la virtualidad. Vanina, una muchachita con la que charlé muchas tardes de verano, siempre se despedía de mí diciéndome cuidate que si te morís no me entero. Ese apunte que en aquellas charlas quizá sonaba superficial me marcó grandemente y no puedo desprenderme de él.

Hay otros modos, por ejemplo irse sin dejar colgado un levísimo chau, no dar el tiempo suficiente para que el otro esboce una tentativa, un boceto para echar mano de él cuando llegue la época de evocar.
Será mejor pensar que nos han puesto al cuidado de las distracciones que provoca la nostalgia y que han sido como los ángeles que acuden en nuestro socorro cuando los necesitamos y se marchan antes de que adoptemos la impostura del agradecimiento, acaso legándonos el deber de actuar con igual generosidad cuando alguien precise de nosotros.

Comments on ""

 

post a comment