Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

16.11.04

el buen día se conoce desde la mañana (dicen los napolitanos)

Si hay algo que ha maltratado la cultura occidental a lo largo los siglos eso son los residuos que el cuerpo va dejando.
No es bueno llorar en público ni mucho menos quitarse la cera de la oreja con el dedo meñique. Es causal de severa punición eructar o sacarse los mocos, en particular cuando se hace ostentación de ello.
Las mentes más abiertas no se han acogido a este régimen de censura tan poco amigable con la naturaleza corporal y sólo hacen blanco del reproche estas inconductas cuando se hacen en presencia de mujeres o de alguien que esté comiendo.
Adrián Morinigo es hoy un pelafustán hecho y derecho que se queda con la cartera de cuanta señora camine por la peatonal Velez Sarsfield y no tenga intención o aptitud de correrlo. A la vieja desprevenida le advierto que de poco sirve llamar la atención del vigilante que hay en cada esquina. El ha sido desinteresado con el previo depósito de un diezmo que hace las veces de impuesto al ejercicio de las actividades lucrativas.
A Adrián no hay nada que echarle en cara. Siempre fue así e incluso solía ser peor cuando éramos adolescentes, la piel de Judas, según su madre, unos atorrantes marca perro, según mi padre.
De puro holgazán, él se levantaba siete minutos antes de que sonara el timbre que nos convocaba a ingresar al aula. Ese tiempo era el que le demandaba colocarse el pantalón y la camisa en plena marcha de la casa a la escuela. De desayuno, ni noticias.
A primera hora era el eructo, lo teníamos cronometrado, pero apenas maduraba la mañana venían esos pedos sordos (flatulencias silentes decía la profesora de Derecho) que nos tomaban huérfanos de toda prevención y por lo tanto sin la posibilidad de esbozar la consabida defensa: la huida. El siguiente paso de su maniobra era mirar fijamente al Gallego que era la flor de la timidez y no tardaba en ruborizarse y todos le caíamos al pobre gil con el argumento clásico: ¿hoy tampoco desayunaste? Eso es puro jugo gástrico y la mar en coche.
Hay que ser pero si no se puede ser hay que parecer, me espeta Adrián, en una pausa de su voceo, como si fuera mucho más decente que su actividad de punga: se hace pasar por vendedor de dólares y mientras pizpea a la próxima presa.
A mí me parece que a esa peatonal hay que cerrarla. Da para todo.

Comments on "el buen día se conoce desde la mañana (dicen los napolitanos)"

 

post a comment