Jade May Hoey

1974-2004

Powered by Blogger


Locations of visitors to this page

15.10.04

orinar el propio territorio

Como en las familias endógamas,
sólo se trata de gente
acorralada.
Beatriz Vignoli

En mi jardín alguna vez tuve una plantita de rencor. No me llamó la atención que se trabara en lucha con el pensamiento pero, en verdad, era poco lo que me importaba.
Escapando del incendio de mi escritorio, un día consideré pertinente un camino otro. Escapar hacia delante nunca fue mi especialidad. Ni siquiera el llano escape. Me he forjado la reputación de esperar sentado el acabóse y quizá en eso mis detractores no estén del todo errados, pero esa vez hice de mi impulso una carne apurada pugnando por conseguir un boleto que me arrancara de las llamas.
Pero hay una máxima que repiten los cronistas policiales como si de un teorema se tratase: el asesino siempre vuelve al lugar del hecho. En efecto: un día volví.
El mismo bolso que sigue acompañando mis modestas empresas turísticas lucía holgado. Apenas un par de pantalones y camisas, un libro que regalé dos veces y me devolvieron, un par de cartas mojadas de lluvia que en su ilegibilidad he preferido condenar al tacho de la basura. Y todo estaba ahí. Sólo faltaba yo, pero yo no volví nunca. La paz de la montaña, el amanecer de la larga noche del invierno se quedaron con una parte de mí que creía inescindible: mi capacidad de odiar. Me la amputaron sin dolor, sin darme la chance de echarla de menos, de interponer un amparo.
El pensamiento había ganado la batalla en el jardín descuidado. El tallito ajado terminaba en tres pétalos que el viento había dejado hasta mi regreso y me acordé de Oliverio: para hablar de cenizas hay que haber sido cigarrillo.

Comments on "orinar el propio territorio"

 

post a comment