Jade May Hoey

1974-2004

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22.9.04

Acerca de

¿Qué carajo pasa que cada día los blogueros se preguntan cada vez más por el fenómeno blog? Yo creo que la manía autorreferencial es una oleada que se tiene que ir pronto a joder a otro lado.
Los argentinos de moda se jactan de una cierta argentinidad que apenas si está hecha de un puñado de apellidos que pensaron más en su propio molino que en la huerta comunitaria. Así como la televisión habla cada vez de si misma, la literatura es una suerte de metaliteratura en tanto que ya no habla de otra cosa que no sean libros. Libros artefacto, libros consuelo, libros de libros, libros utensilio de cocina, libros ganzúa, libros féretro. En los libros de hoy se habla poco de la vida común y corriente, como si todo pasara en los libros y el que escribe debiera sentarse en el cómodo sillón del crítico y ensayar nuevas corrientes, exprimiendo la naturaleza de los adjetivos hasta alcanzar el neologismo, apelando a los nombres rimbombantes para acabar desdiciéndose un par de libros más adelante cuando no en la página siguiente, vaciando de contenido lo que debiera ser ya no útil sino cuantimenos no estorbar.
Con los weblogs pasa algo parecido.
Podría encarar una explicación detallada del fenómeno, ponderando la opinión de expertos, las nuevas formas de comunicación, la humanización de la máquina y la consecuente lasagnización del sujeto, pero no. No sigo porque mi fuerte no es precisamente la elipsis y si realmente me diera el cuero para escudarme en la elipsis para mis adentros sabría que soy un cobarde que no puede señalar con el dedo a nadie. Si lo pienso un poco, diría que es un mandato ético no perder demasiado el tiempo desdeñando al que se da el lujo de escribir un poquito distinto. ¿O es que acaso hay que hacer caso de las normas IRAM que dicta un establishment? Yo no creo verdaderamente que la patria escrita sea la que nos ha legado un país hecho pedazos como éste que ahora cargamos como una hipoteca, pero hay actitudes que le dan forma a la cultura y la cultura sí que es la culpable de esta apoteosis de la miseria. ¿Por qué el hábito de la agremiación, el afán de éxito individual amparado en la conducta corporativista? ¿No es eso de lo que se quejan los que luego se proclaman excluidos?
Sirva la presente para encomendar la tarea de dictar el nuevo código de conducta blogueril a los partidarios de la caricatura.
Quizá Caloi por las noches se sueña Klimt, quién te dice.

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